Por cuestiones de inseguridad no me gusta pensar en cuerdas alrededor de mí, pero si pienso en la cuerda que lanzan a todos aquellos que están ahogándose en el mar, o suspendidos en un precipicio, recuerdo que así estaba yo en un tiempo, aterrada entre el suelo y el cielo, ahogándome en el mar de todos mis problemas.
Entonces alguien lanzó esa cuerda, dejó a las otras 99 y vino por mí y me agarré con fuerza de ella; era la diferencia entre la vida y una muerte segura.
Mientras iba saliendo del peligro, asustada y adolorida aún con la cuerda alrededor de mí, al mismo tiempo me sentía segura, esperanzada.
Si recuerdo bien, la cuerda no permaneció alrededor de mí, sino que sólo sirvió para sacarme del peligro, y hoy la agradezco con lágrimas de gratitud infinita.
La cuerda cayó al suelo cuando estaba en brazos de mi Salvador, ya no la necesitaba, ya estaba en el lugar seguro, ya sentía el abrazo de alivio porque me había salvado, ya podía alegrarme de que estaba viva, Él ya estaba ocupándose de mis heridas, sanándome, alimentándome, restaurándome, mimándome, y ya que estaba limpia, sana y satisfecha, entonces, me dejó ir otra vez, llena de amor y de libertad, a contarle a todos lo que Él hizo conmigo.
Acepta las cuerdas que Dios pone sobre tí para apartarte del peligro y salvarte.
Con cuerdas humanas los atraje, con cuerdas de amor; y fui para ellos como los que alzan el yugo de sobre su cerviz, y puse delante de ellos la comida.
¿Cree esto? Hable con Dios, lea la Biblia y descúbralo. Solo la Verdad nos hará verdaderamente libres.
Oseas 11:4
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