Raúl Guajardo Cantú
Cada tres años en nuestro país coinciden la Semana Santa y el periodo electoral, ya sea intermedio o el presidencial, en el ámbito local de Nuevo León, las alcaldías y el Congreso local o la gubernatura.
Los de Semana Santa son días que tienen un significado especial para quienes los consideran dentro de sus creencias religiosas, como para aquellos que ven en estos días la oportunidad de descansar de las rutinas que tienen cada día.
En cualquiera de los casos, consideramos, son días que nos invitan a hacer una pausa en el camino y reflexionar acerca de lo que hacemos y lo que hemos hecho tanto en nuestra calidad de individuos como en la de ciudadanos.
Cuando en estos días se transita por las calles de una urbe como Monterrey, notamos de inmediato que las llamadas “hora pico” no existen, pese a que actualmente estas se extienden durante todo el día.
También somos testigos de cómo la contaminación del aire desciende a niveles más o menos aceptables, aunque ahora la lluvia nos dará una muy agradecible ayuda, con lo cual nos damos cuenta de que son varios los factores que inciden en este fenómeno que nos afecta a todos.
En estos días de guardar, quizá es tiempo adecuado para pensar en lo que podemos hacer como ciudadanos para que estas cuestiones, por señalar solo algunas, puedan ser mejoradas.
No, no se trata de decir que los ciudadanos somos los responsables de que estas cosas sucedan, gran parte del problema está en las autoridades y su actuar, pero sí de buscar lo que podemos hacer desde nuestra individualidad, comenzando por asumirnos como ciudadanos en toda la extensión de la palabra y promover la participación de todos y cada uno de quienes alcanzamos esa categoría.
Una de las acciones a realizar consiste, destacadamente, en razonar nuestro futuro voto, en detectar quién nos hace promesas huecas, que son incumplibles y quien ofrece otras que parecen menos espectaculares pero que pueden ser alcanzables,
Asumir que la herramienta que tenemos en nuestras manos, el voto, que en ocasiones nos parece un trámite a realizar, puede ser un arma poderosa en la medida en que lo utilicemos de forma razonada.
Pero también, confrontando a los políticos que “de la manga” se sacan promesas a todas luces imposibles de cumplir, las cuales dejamos pasar pensando en que ojalá se cumplan haciendo gala de un pensamiento mágico que no debe ni siquiera considerarse cuando ni el dinero, ni la circunstancia política las hacen viables.
Quizá no usemos los cuatro días de guardar que tiene la Semana Santa para reflexionar en este tipo de cuestiones, pero tal vez sería conveniente al menos utilizar alguno de ellos para hacerlo.