Cosas del Tony
Por: Antonio Sánchez R.
En la actualidad, no hay negocio más redituable que el de la “fabricación” de encuestas, esas mediciones que en el pasado servían para detectar las preferencias de la gente y que hoy se han convertido en simples instrumentos de promoción, sobre todo en el ámbito político.
Y es que para la mentada “chamba” no se requiere de una gran inversión: una compu con las herramientas básicas para la elaboración de los “pasteles” o las “barras” con los porcentajes, mínimos (o nulos) conocimientos de estadística y la contratación de cuatro o cinco chamacos que hagan la “chamba” o el trabajo de campo.
La “encuesta” puede ser sencilla, no rebuscada. Cinco preguntas clave que permitan que la gente acepte responder, ya que cuando se le presenta al encuestado un documento “kilométrico”, le saca la vuelta, se niega a responder. Así es que, mientras más corta, mejor.
Y no se preocupe por la cantidad de encuestados, pues ahí tiene que hay quienes “encuestan” a 400 personas y con eso ya dicen que pueden asegurar cuál será el resultado de un proceso electoral.
Peeero, para que el “negocio” funcione, primeramente tiene qué encontrar, como mínimo, a dos o tres “candidotes” optimistas y soñadores, de esos que creen que tienen lo suficiente como para imponerse a una determinada inercia, a algo que pareciera que ya está escrito.
La mera verdad, es de risa ver cómo abundan las “encuestadoras” que, sin detallar la metodología utilizada, publican resultados difíciles de creer, por lo que de inmediato te das cuenta de que se trata de un simple instrumento promotor de quien pagó la encuesta.
De unos años para acá, se han creado escenarios bastante irreales, con porcentajes poco creíbles y con personajes que a veces resultan ser unos perfectos desconocidos, pero que son colocados a la cabeza o, en el mejor de los casos, ubicados muy cerca de quienes lideran las preferencias.
El manejo de los números, la distorsión de la estadística es el pan de cada día actualmente. Existen empresas que toda la vida se han dedicado al sondeo, a la consulta de opinión, a las encuestas serias y cuyos resultados son los que por lo regular nos presentan panoramas más cercanos a la realidad.
Pero la “competencia” se ha tornado un poco densa en los años recientes con el surgimiento de “nuevas” encuestadoras, esas que se encargan de “alimentar” los sueños de quienes pretenden puestos de elección popular sin tener, en la realidad, demasiadas posibilidades.
Es a partir de ahí que el manejo de los sondeos o las consultas de opinión se tornan poco creíbles, pues los números que arrojan distan mucho de ser creíbles. Obviamente hablamos del “trabajo” que desarrollan esas encuestadoras “fantasma”, esas que buscas vía sus datos y no las encuentras por ninguna parte.
Las encuestas, las serias, son un instrumento de medición y no una vía de promoción y para que tengan credibilidad deben, en primera instancia, mostrar la metodología utilizada para la obtención de los datos y números que se presentan, mismos que deben corresponder a determinados factores, entre los que destaca el tamaño de la muestra seleccionada que, según los expertos, debe ser, como mínimo, del 5 por ciento del total, en este caso, el total de electores de un municipio, de un distrito local o federal.
Hacer una encuesta seria, es una chamba enorme y pocos, muy pocos, se aventuran a entrarle. Por eso la proliferación de engaña bobos se ha puesto de moda y es, como lo hemos señalado al principio, el negocio más rentable del momento: poca inversión y muchos incautos que pagarán lo que les pidas porque los pongas en la mente de los votantes. Así de fácil.