Por: Gerardo Guerrero
Nuevo León se corona como líder en Feminicidios a nivel nacional con 38 casos en lo que va del 2024, de acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP). Así mismo, los datos revelan que el estado ocupa el tercer lugar a nivel nacional en mujeres víctimas de violencia familiar, con 9,769 casos registrados. Además, durante el primer semestre de 2024, Nuevo León se posicionó en el tercer lugar nacional en mujeres víctimas de violación, con 805 casos reportados. En cuanto a lesiones dolosas, el estado concluyó los primeros seis meses del año en el sexto lugar, con 1,402 mujeres afectadas.
La crisis de los feminicidios en el estado nos confronta con una realidad lacerante que trasciende las estadísticas y las cifras. Detrás de cada número, hay una vida truncada, familias destrozadas y una sociedad marcada por la violencia de género. Para comprender la profundidad de esta problemática y diseñar soluciones efectivas, es necesario adoptar una perspectiva integral que combine el análisis jurídico con una mirada profunda a las dimensiones psicológicas, psiquiátricas, sociológicas y socioculturales de la violencia contra las mujeres.
“La injusticia en cualquier lugar es una amenaza para la justicia en todas partes,” dijo Martin Luther King Jr. Esta frase resuena particularmente fuerte en el contexto de los feminicidios. La violencia feminicida es un fenómeno complejo que hunde sus raíces en patrones culturales arraigados, desigualdades estructurales y una normalización de la violencia hacia las mujeres. La impunidad, la falta de acceso a la justicia y la revictimización son obstáculos constantes que impiden que las víctimas y sus familias encuentren reparación y justicia.
Un sistema de justicia que falla
Desde una perspectiva legal, el sistema de justicia penal ha demostrado ser insuficiente para abordar la complejidad del feminicidio. Los protocolos de investigación suelen ser deficientes, revictimizando a las mujeres y sus familias. La falta de perspectiva de género en las instituciones judiciales y policiales impide una adecuada valoración de las pruebas y la aplicación de la ley. Además, las sanciones impuestas a los agresores suelen ser insuficientes, lo que fomenta la impunidad y perpetúa el ciclo de violencia.
Como afirmó la activista y feminista Gloria Steinem, “La verdad te hará libre, pero primero te enfurecerá”. Esta cita subraya la frustración que sienten muchas mujeres al enfrentarse a un sistema que no las protege ni les brinda justicia. Para romper este ciclo, es esencial reformar las instituciones desde una perspectiva de género que asegure la correcta aplicación de la ley y la protección de las víctimas.
“El derecho es el arte de lo bueno y de lo equitativo,” dijo el jurisconsulto Aulo Cornelio Celso. Para que la justicia sea realmente justa, es necesario que se implementen reformas profundas en el sistema judicial. Esto incluye la capacitación constante de funcionarios en perspectiva de género, el establecimiento de protocolos de investigación más rigurosos y la aplicación de sanciones adecuadas a los agresores.
Más allá de las leyes: El impacto psicológico y psiquiátrico
La violencia feminicida no solo tiene consecuencias legales, sino también profundas repercusiones psicológicas y psiquiátricas. Las víctimas, sus familias y las comunidades enteras sufren un trauma que puede perdurar por años. El miedo, la ansiedad, la depresión y el sentimiento de inseguridad son algunas de las emociones que acompañan a quienes viven en un contexto de violencia.
Según Sigmund Freud, “Las emociones inexpresadas nunca mueren. Son enterradas vivas y salen más tarde en peores formas.” Las víctimas de feminicidio y sus familias pueden sufrir trastorno de estrés postraumático, depresión severa, trastornos de ansiedad y otras afecciones mentales. Es crucial que se ofrezcan servicios de salud mental accesibles y de calidad para apoyar a quienes han sido afectados por esta violencia.
El psiquiatra Viktor Frankl afirmó: “Entre el estímulo y la respuesta hay un espacio. En ese espacio reside nuestra libertad y poder para elegir nuestra respuesta. En nuestra respuesta reside nuestro crecimiento y libertad”. Esta cita refleja la importancia de brindar a las víctimas la capacidad de recuperar su autonomía y bienestar mental a través de una intervención adecuada.
Una perspectiva sociológica
Desde una perspectiva sociológica, la violencia feminicida refleja las profundas desigualdades y las estructuras de poder que existen en la sociedad. La cultura patriarcal y la normalización de la violencia contra las mujeres son factores clave que perpetúan esta problemática.
Karl Marx señaló que “la historia de todas las sociedades hasta ahora es la historia de la lucha de clases”. Aunque se refería a la lucha económica, la cita también es aplicable a la lucha por la igualdad de género. La violencia feminicida es una manifestación extrema de la opresión patriarcal, y para erradicarla, se debe transformar la sociedad para promover la igualdad de género y el respeto por los derechos de las mujeres.
Para abordar estas raíces socioculturales, es esencial promover la educación en igualdad de género y los derechos humanos desde una edad temprana. Nelson Mandela afirmó: “La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo.” La educación juega un papel fundamental en la transformación de los valores y actitudes hacia la violencia de género. Programas educativos que promuevan la igualdad y el respeto pueden ayudar a cambiar las mentalidades y reducir la incidencia de la violencia feminicida.
Hacia una sociedad más justa y equitativa
La violencia de género no solo afecta a las mujeres directamente, sino que también tiene un impacto negativo en toda la sociedad. Para abordar esta problemática, es necesario un esfuerzo conjunto de todas y todos para construir una sociedad más justa y equitativa, donde las mujeres puedan vivir libres de violencia. Como dijo Mahatma Gandhi: “La medida de una sociedad se puede juzgar por la forma en que trata a sus miembros más vulnerables.” Nuestro deber es proteger a las mujeres y garantizar que puedan vivir sin miedo.
La violencia feminicida es un problema complejo que requiere de soluciones complejas. Es imperativo que las autoridades, las organizaciones civiles y la sociedad en general trabajen juntas para erradicar esta forma de violencia. Solo así podremos asegurar un futuro donde la igualdad y la justicia prevalezcan.
Lecciones de países progresistas para combatir la violencia de género en Nuevo León
Para complementar y mejorar la situación en Nuevo León, es útil adoptar y aplicar políticas y leyes exitosas de países como Canadá, Islandia, Suecia, Noruega, Finlandia y Dinamarca. Además de las políticas ya mencionadas, existen otras medidas menos comunes pero de gran beneficio para las mujeres, que podrían ser implementadas para combatir la violencia de género.
Vigilancia Electrónica de Agresores
En Suecia y Noruega, se utiliza la tecnología de vigilancia electrónica para monitorear a los agresores de violencia de género que han sido liberados bajo fianza o están en libertad condicional. Esta medida asegura que los agresores mantengan una distancia segura de las víctimas, lo que proporciona una capa adicional de protección.
Tribunales Especializados y Formación Continua
En Canadá, además de tener tribunales especializados en violencia de género, se ha implementado un programa de formación continua para jueces y fiscales sobre cuestiones de género y violencia doméstica. Esto asegura que los funcionarios judiciales estén constantemente actualizados y sean sensibles a las dinámicas específicas de la violencia de género.
Centros de Empoderamiento y Formación Laboral
En Islandia y Finlandia, existen centros de empoderamiento que no solo proporcionan refugio y apoyo psicológico a las víctimas de violencia, sino que también ofrecen formación laboral y programas de reinserción económica. Estas iniciativas ayudan a las mujeres a reconstruir sus vidas y obtener independencia financiera, reduciendo su vulnerabilidad a futuros abusos.
Redes de Hombres por la Igualdad
En Suecia, existen redes de hombres que trabajan activamente para promover la igualdad de género y prevenir la violencia contra las mujeres. Estas redes llevan a cabo talleres, campañas de sensibilización y programas educativos dirigidos a hombres y niños, fomentando actitudes y comportamientos respetuosos y no violentos.
Apoyo Integral en Zonas Rurales
En Noruega y Dinamarca, se han desarrollado programas específicos para proporcionar apoyo a mujeres en zonas rurales, donde el acceso a servicios de protección y justicia puede ser limitado. Estos programas incluyen líneas de ayuda telefónica, visitas regulares de trabajadores sociales y la creación de refugios móviles.
Mecanismos de Supervisión Independientes
Finlandia ha implementado mecanismos de supervisión independientes para evaluar regularmente las políticas y programas de prevención de la violencia de género. Estos mecanismos garantizan que las políticas sean efectivas y se adapten según sea necesario, basándose en datos y testimonios de las propias víctimas.
Programas de Rehabilitación para Agresores
En Dinamarca, existen programas de rehabilitación obligatorios para agresores condenados por violencia de género. Estos programas están diseñados para abordar y modificar comportamientos violentos, reduciendo así las posibilidades de reincidencia. La rehabilitación se ve como un complemento necesario a las penas de prisión, proporcionando una solución más integral al problema de la violencia.
Implementación y Adaptación en Nuevo León
La implementación de estas políticas y prácticas innovadoras podría tener un impacto significativo en la lucha contra los feminicidios y la violencia de género en Nuevo León. Adoptar un enfoque integral que incluya la vigilancia electrónica, tribunales especializados, formación laboral para víctimas, redes de hombres por la igualdad, apoyo en zonas rurales, mecanismos de supervisión y programas de rehabilitación para agresores, puede contribuir a una sociedad más segura y equitativa para las mujeres.
“El cambio no vendrá si esperamos a otra persona o en otro momento. Somos los que hemos estado esperando. Somos el cambio que buscamos,” dijo Barack Obama. Es imperativo que tanto los políticos como los activistas sociales, así como la ciudadanía trabajen juntos para erradicar las normas culturales que perpetúan la violencia contra las mujeres.
Nota final
Si el Gobierno de Nuevo León puede alardear constantemente el nearshoring y la inversión extranjera, ¿por qué no puede enfrentar la violencia de género con el mismo entusiasmo? ¿Acaso la seguridad y el bienestar de las mujeres no son prioridades igual de importantes?
Es hora de que demuestren que la inversión también va hacia la protección de su gente. ¡ÁNIMO!
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