vie. Oct 18th, 2024

Cosas del Tony

Por: Antonio Sánchez R.

Es un secreto a voces, una historia muy contada y, como titulamos nuestro artículo de hoy, una “historia muy recurrente”, lo que sucede hacia el interior del congreso local… y también del federal: el poder legislativo ha estado dirigido, tras bambalinas, por el poder ejecutivo. La “división de poderes”, ha sido y seguirá siendo, puro cuento.

A nivel federal, ha quedado en evidencia el “poder” que ejerce el presidente, cabeza del poder ejecutivo, sobre los legisladores de “su” partido, quienes han aprobado, sin reparos, la tan criticada Reforma Judicial, misma que, según sus detractores, será perjudicial para el país.

Durante toda la vida política del país, a partir del Constituyente de 1917, se había criticado la intervención de los presidentes en las decisiones de las legislaturas, las cuales aprobaban a ciegas tooodas las iniciativas enviadas por el “Gran Tlatoani”. Famosas fueron aquellas palabras vertidas por un presidente al preguntar: “¿qué horas son” y la respuesta del clásico lambiscón: “las que usted diga, señor presidente”.

La oposición fue ganando terreno en el poder legislativo y poco a poco la influencia del Gran Tlatoani fue siendo menor, al grado de que empezaron a aparecer cierto tipo de “negociaciones” para que algunos asuntos fuesen aprobados, aunque fuese con la mayoría calificada.

La representación de la izquierda fue, de siempre, una de las más rabiosas críticas en torno al poder presidencial y a su influencia sobre el poder legislativo. Paradógicamente, hoy que la izquierda es gobierno, abandera “causas” que antaño criticó, como aquello de “negociar en lo oscurito” para conseguir sus objetivos. Criticaban el “carro completo” y ahora, van por “todas las canicas”.

Se jactan de haber echado del poder a partidos corruptos, cuando en sus filas, más del 85 por ciento de sus más importantes integrantes, empezando por el mismísimo presidente, fueron parte importante de aquella clase gobernante, o sea, son “polvo de aquellos lodos”. Son el mismo cuento contado, la misma historia o, como dicen allá en mi rancho: “son la misma gata, nomás que revolcada”.

A Nivel estatal, en el ámbito localito, un “reyezuelo” llegado al poder bajo grandes expectativas, pero que a las primeras de cambio perdió el rumbo y la brújula, convirtió su “nueva política” en una re edición de aquello que él tanto criticó: la “vieja política”. Y peor aun, pues en los anales de la historia política de Nuevo León, jamás a un gobernador se le había “ocurrido” lanzar a su esposa como candidata a la alcaldía de la ciudad capital de la entidad.

El fracaso de la consorte candidata ha sido el detonante para que el imberbe gobernador diera inicio a una “guerra” por el dominio de la bancada de “su” partido en el legislativo local, “conven$iendo” a diputados de otros partidos para que cambien de partido o, mínimo, les prometan apoyar sus iniciativas.

Se dice que el “conven$imiento” ha sido bastante jugo$$$o y que, de hecho, desde hace mucho les llegó al precio a ciertos alcaldes y diputados, que andaban en otros partidos y que ahora visten de otro color, muy fosfo, por cierto, traicionando a aquellos que en principio creyeron en ellos y que con lo que hicieron, prácticamente les dieron la espalda.

Una de las muestras más evidentes del grado de envilecimiento del poder legislativo local, es el hecho de que el coordinador de la bancada del partido del gober ya lanzó la amenaza de que, si se quiere que el congreso “funcione”, tendrá qué haber negociaciones. Y cuando se habla de negociaciones, pueden ustedes pensar en lo peor de lo peor, en los actos más corruptos que usted pueda imaginar, estimado lector.

Aunque lo anterior, no sería ninguna novedad, pues las negociaciones ya son una práctica común, pues es de sobra conocido que los legisladores “ganan” más por lo que aprueban, que por lo que tienen asignado como sueldo y prerrogativas. Y no es cuento, ¿eh?

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