Gerson Gómez Salas
Por años fuimos gente común y corriente. Propensos al desdén y a la indiferencia. Escribió el bardo Jorge Cantú de la Garza, al referirse sobre sostener la rebeldía. La causa perdida de los 19 años.
De quienes poco encajamos en la sociedad materialista y compleja. Cantú de la Garza no alcanzó a conocer los excesos de la violencia en Nuevo León. La década de caída libre. El espectro de la muerte por todos lados. Las balaceras todos los días de la semana.
Le sorprendería cuando el abogado Javier Navarro aplica la frase de gente común y corriente para sentir la inseguridad. Nuestro secretario de Gobierno debe vivir en una ermita, en el nirvana o quizá le corre atole por las venas.
Javier Navarro camina en el palacio de gobierno. Le rodean guaruras en todos los flancos. Camionetas blindadas en el nivel más alto, disponible para los servidores públicos.
Si viajara en metro, autobús, bicicleta, moto o a pie, desde su domicilio al trabajo, tendría una visión diferente. Le reforzaríamos el aprendizaje del poema de Vida Irregular de Jorge Cantú de la Garza.
La psicología de los colores eléctricos del bien vivir son la venda sobre sus ojos. Mudar la piel de las gafas para retractarse sobre la impertinencia de su dicho. No muestra otra de sus cien caras de hipocresía.
Javier Navarro, Secretario de Gobierno, en Nuevo León mueren más personas, por encima de la media nacional e incluso sobre Sinaloa, el hogar de varias de las facciones criminales más sanguinarias.
Cito un fragmento para capturar el mensaje del poeta regiomontano: Hoy, maduros ya más nunca viejos, seguimos siendo gente rara.
Nuestra rareza brinda a las gentes de bien, un prisma perfecto en qué mirarse y seguir siendo, felizmente, personas comunes y corrientes.