Gerson Gómez Salas
Son el tornado sobre las economías de la tierra. De Corea del Norte nada se sabe. De Corea del Sur, la intentona de ley marcial condujo al final del supuesto régimen democrático.
En la parte norte la oscuridad del régimen. En el sur, el contraste del neoliberalismo arponeando a los hogares de quienes menos tienen.
Son el Jin-Jang de dos hermanos distanciados. Cualquier momento puede resultar idóneo para provocar el conflicto bélico. Los Estados Unidos de America apoyan a Corea del Sur. Mientras el eje Rusia abre los palacios imperiales a los norteños. Les ofrece la tecnología de mejor militar.
Corea del norte inexpugnable. Todo el ejercicio rutinario de la felicidad. Desfiles multitudinarios para alegrar al líder máximo. Su dios encarnado bajo el oriente. Banderines marciales. La pobreza no existe por antonomasia. La riqueza del alma engrandece las figuras milenarias.
Un mentiroso miente tres veces. Luego cree sus propias falacias. Corea del Norte es la jungla cenagosa donde esconden millones de personas sin hogar.
Los vecinos del sur escalaron al concierto de las naciones productivas. En la expansión de los negocios, cada coreano del sur negocia el futuro de las empresas en paraísos en países del tercer mundo.
Gozan de las exenciones de impuestos. Someten a los empleados no coreanos a cambiar la filosofía. En México trabajamos para vivir. Mientras el coreano del sur vive para trabajar.
En el escalón social, el variopinto aroma de las armadoras, los salarios o el trato despótico de los 10 mil coreanos viviendo en Nuevo León.
Hace falta no una misión diplomática de los cascos azules, como debería existir en la Corea del Norte. En nuestra nación, la estrategia debe venir con Economía, del Trabajo y Relaciones Exteriores.
Enseñarles modales. O aplicar el artículo 33 de la constitución. Para los extranjeros indeseables.