Gerson Gómez Salas
Ni modo. Todas las zonas de las urbes colapsan. Entrar al centro destruye las siguientes horas de ánimo. Queman el dinero de los aguinaldos. Diestra. Siniestra. Ahorros invisibles. Electrodomésticos de alta gama. Innecesarios. La siguiente generación se vende en el otro lado de las fronteras.
Santa Claus nunca falla. Trae a la sombra del arbolito toda clase de ropa abrigadora. Juguetes. A la burguesía, a los menesterosos, la diferencia es la forma de pago sin intereses.
La bocina con las nuevas de Peso Pluma, Nata, Gabito y la Bellaka. Los vecinos nuevos del barrio empoderados y resilientes. El retorcido encanto de la temporada. Los hijos salieron de vacación. De regreso hasta el 2025.
Picotazos al cajero. Hasta volver polvo el recuerdo del aguinaldo. Aun falta la cena de noche buena, la de fin de año y la del día de reyes.
Al mayor de los engendros, como le llaman a los gúercos, pidió la versión conmemorativa de las zapatillas deportivas de los años 80. Por Michael Jordan solo las imitaciones piratas de Inter Plaza.
Para la niña el nuevo celular con las funciones integradas a la Tablet. Sin importar sus nueve años. La hipercarretera de la información, de pedastras, pornografía y dark web. A las casas de empeño. De medio uso o robado en la eco vía, el metrobus o en cualquiera de las estaciones del sistema metro.
Para el bebé de ocho meses, la mayor dotación de pañales de los rendidores, el mejor. Así lo anuncian en el programa de televisión de aficionados al canto, el ridículo del bailoteo con las edecanes.
Además, la sonaja china. Con el sonido de la macarena a cualquier movimiento del sensor.
Para nosotros dos, la nueva pareja del año, un gran beso. La noche buena será la navidad cuando duerman los convivientes.