Raúl Guajardo Cantú
En el año 2020, a inicio de la crisis sanitaria más importante del siglo XXI, la ocasionada por la COVID-19, Andrés Manuel López Obrador declaró que la pandemia le caía como anillo al dedo, una declaración que al principio descolocó a muchos de los analistas políticos en ese entonces pero que tiempo después nos dejó entrever su real significado.
Nos dimos cuenta que la pandemia le cayó como anillo al dedo al expresidente debido a que ya había caído en la cuenta de que no podría cumplir con los objetivos de crecimiento que había prometido durante su campaña, de ahí que la pandemia le serviría para encubrir su fallo y asegurar que este se debía a los imponderables de la enfermedad.
Precisamente parece que esa es la situación actual, tanto para el gobernador del estado como para los diputados locales y los alcaldes, ninguno de ellos querrá asumir la responsabilidad de no contar con un presupuesto definido para 2025 y todos intentarán mostrar que el culpable es “el otro”, aquél que impidió que se aprobara un presupuesto para el próximo año.
Ambos bandos han salido ya a culpar a los adversarios de no tener voluntad de llegar a algún acuerdo que permitiera a unos y otros contar con los recursos para llevar a cabo uno u otro proyecto en específico o, en cualquier caso, ofrecer los servicios más o menos normales para cada nivel de gobierno.
Seguramente veremos cómo las líneas 4 y 6 del Metro quedan a medio camino debido a la falta de recursos que requieren para su conclusión, quizá también comencemos a entender que los mil 500 camiones que deberían ser puestos en servicio el próximo año para paliar la crisis del transporte público en que nos encontramos no llegarán al estado ni en 2025 ni más adelante porque no hay con qué pagarlos.
Desde ya estamos escuchando cómo los municipios comienzan a “renegar” porque además de la falta de presupuesto y sus consiguientes participaciones, parece que a algunos de ellos tampoco se les aprobará el aumento en el predial, debido a lo cual no contarán con recursos para brindar los servicios básicos.
Unos y otros, insistimos, gritarán que no están cumpliendo con sus obligaciones debido a que no cuentan con los recursos necesarios para ello y culparán “al otro” de esta situación, sin ponerse a pensar que ambos llevaron la situación al límite y dejaron que la cuerda se rompiera.
Nos gustaría pensar que en algún momento unos y otros se darán cuenta de que a quien afectan es a los ciudadanos, que no hay forma de reducir presupuestos o de no aprobarlos sin que estos resulten perjudicados.
Al final de cuentas los políticos van a lo suyo, a lograr sus objetivos particulares, sin importar si para ello atropellan las necesidades de los ciudadanos que, se supone, los llevaron a donde están.
Seguramente volveremos a escuchar que, pese a todo, la falta de acuerdos para sacar adelante el presupuesto 2025 en Nuevo León le cayó como “anillo al dedo” a los líderes de los partidos locales, pero más a los detentadores del poder real.