Cosas del Tony
Por: Antonio Sánchez R.
Hace casi siete años, tras el triunfo electoral de Andrés Manuel López Obrador y su
Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), me hice la promesa de que,
durante un año, no haría crítica alguna a su gestión al frente del Ejecutivo Federal, dándole así el beneficio de la duda en torno a la nación de ensueño que había prometido en campaña.
Pasó el año y no sólo todo seguía igual, sino que ya se habían presentado las primeras “broncas” hacia el interior del equipo presidencial, al renunciar quien fuera
su primer Secretario de Hacienda, el doctor en economía Carlos Manuel Urzúa
Macías (qepd), quien tras su renuncia antes del año de ejercicio, dijo que no podía ser cómplice de algo que terminaría por poner al país muy cerca del precipicio económico.
Casi se había cumplido el año cuando retomamos la “vida y milagros” del hijo
pródigo de Macuspana, Tabasco, de quien se decía que, en realidad, su nombre no era en el orden con que se le conocía (Andrés Manuel), sino al revés, (Manuel Andrés), por lo que sus siglas serían MALO, por lo que promovió un juicio civil para cambiarlo.
MALO…, perdón, AMLO, prometió muchas cosas que finalmente no cumplió, pero lo peor de todo es que en el desarrollo de su administración y con su anuencia, el partido que lo llevó al poder, aquél que él juró y perjuró que jamás se convertiría en partido, fue convirtiéndose en una copia fiel y exacta del partido hegemónico al que tanto habían criticado.
Es más, en todos estos años, la inmensa mayoría de quienes ocuparon los principales cargos en el gobierno federal, fueron de extracción priísta y aún hoy en que Morena se ha convertido en partido hegemónico, esto es, en el nuevo “Partidazo” en el Congreso de la Unión, se han ido sumando cada vez más
militantes que antes vestían la chaqueta tricolor, sin olvidar algunos que en cambiado sus colores al son de sus intereses.
Los errores de Andrés Manuel, la herencia que le dejó a su sucesora, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, están a punto de hacer colapsar a este país y hay quienes aseguran que si antes, como ya lo había anticipado el economista Urzúa, el país estaba al cerca del precipicio económico, en estos momentos ya estamos al borde del mismo.
La situación económica del país no es buena y no se necesita ser un experto para detectar que el problema es grave, pues dependemos en gran medida de la economía de los vecinos del norte y precisamente esos vecinos están mucho muy cerca de sufrir una recesión muy fuerte, que hará temblar los mercados internacionales.
Aquella famosa frase de que “cuando a la economía de los gringos le da una gripe, a la nuestra le da pulmonía, se manifiesta por enésima ocasión y al problema se le
tiene que agregar el pleito cazado establecido por Donaldo Trompetas por lo de los famosos aranceles, del que ni su propio país va a salir bien librado, pues en el pecado recibirá la penitencia, por pen…itente.
No me da gusto que AMLO haya fracasado en su intención de crear un país con un Sistema de Salud mejor que el de Dinamarca, ni que sus obras faraónicas sean ahora más una carga que un beneficio. Me habría tragado mis propias palabras si todo hubiese sido un éxito. Pero el mismo Andrés Manuel lo dijo en las primeras semanas de su mandato: “no todo lo que se promete se campaña, se cumple”, pero nunca nos dijo que lo de él quedaría en nada, que sus sueños guajiros dejarían al país en la lona.
La señora presidenta ha mostrado ciertas cosas buenas, sobre todo esa iniciativa que busca acotar el nepotismo y el amiguismo, pero sus buenas intenciones se nublan cuando insiste en defender a ultranza a su antecesor y seguir con su estrategia de culpar de todo a los anteriores presidentes y con su mismo tono cansino. Debería empezar a construir su propia versión de sí misma y no seguir siendo la “Titina” del que ya se fue.