El año pasado, como parte de los festejos del Bicentenario de nuestro estado, el Gobierno estatal lanzó una convocatoria para recolectar 200 Historias de vida en 200 años de orgullo, y quiero compartirle solo un poquito de la que yo conté sobre mi papá y que resultó finalista, llamada “Naranjas, el sistema inglés y un emperador”. Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después.- Juan 13:7
Cuando fue el conflicto magisterial en el ’93, mi papá era delegado de los maestros del sur del estado y participó en una de tantas protestas en CDMX. Fue una época que lo vimos muy poco porque mientras él estaba lejos no luchaba sólo por sus derechos, luchaba también los nuestros; en ese entonces yo tenía 12 años. En una de esas manifestaciones, ocurrió una experiencia significativa.
Pasando 20 años y siendo yo una de las encargadas de logística en un evento nacional aquí en Monterrey, escuché a Carlos Kasuga, director de Yakult en México, comentar en medio de una de las conferencias magistrales, la anécdota de que durante esa manifestación, él iba retrasado como invitado intérprete de la visita diplomática de Primer Ministro Japonés al entonces Presidente de México, que debió haber sido Carlos Salinas de Gortari.
La puntualidad japonesa es una de sus más arraigadas costumbres y a esa reunión llegaron tarde precisamente por el revuelo que había en el exterior. En su idioma natal, el Primer Ministro le preguntó a Kasuga que quiénes y porqué estaban protestando. Mientras él le explicaba con detalle, el Primer Ministro tomaba nota mental del asunto.
Llegando a la reunión, ambas partes ofrecieron disculpas, la internacional por la demora, la nacional por lo revoltoso del incidente.
Ese día, nuestro Presidente conocería la diferencia del valor del maestro entre México y Japón, porque allá el único sujeto que no está obligado a reverenciar al Emperador es el maestro, porque sin maestros no puede haber emperadores.
El día de esta conferencia, yo me sentí la persona más grande de esa habitación.
Hoy recuerdo también que aún cuando está luchando, el maestro está enseñando, y que “a la sabiduría la reivindican sus hijos” (Lucas 7:35)
¿Crees esto? Habla con Dios, lee la Biblia y descúbrelo. Solo la Verdad nos hará verdaderamente libres.Email mujervirtuosa@instruccionespersonales.com
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