La fe en Jesucristo es cosa de seducción.
Tengo que ser honesta, no fue algo a primera vista porque aunque le veía, los prejuicios me hacían retroceder y sacarle la vuelta, disculpa la tontería pero ¡es que no Le conocía!
Entonces, en el momento en que mi vulnerabilidad estuvo más expuesta y no pude huir, Él vino a mí y no pude escapar más. Me rendí, no pude resistir sus ojos de amor sobre toda mi vergüenza y temor.
Desde entonces, es el único que no me ha dejado sola, ni me da defraudado, siempre ha buscado mi bienestar, me habla al oído para darme consejo y me grita cuando estoy en peligro, y las veces que calla es porque entiende que el abrazo es más elocuente que cualquier palabra.
¿Quién puede convencerte de enamorarte?
Esa loca enamorada soy yo, que quiere vivir así, con el fuego encendido del primer amor, pero que nunca se apaga.
Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí. Jeremías 20:7
Cuando nací quedó registrado que era la Azucena de José, cuando me casé decidí ser de Juan Manuel pero entonces me di cuenta que siempre, siempre había sido de Jesucristo.
¿Crees esto? Habla con Dios, lee la Biblia y descúbrelo. Solo la Verdad nos hará verdaderamente libres.Email mujervirtuosa@instruccionespersonales.com
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