vie. Jun 20th, 2025

Óscar Tamez Rodríguez

El escultismo es un método de formación que da vida al movimiento scout mundial, su objetivo es la formación integral de niños y jóvenes dentro de los valores de la sociedad, ésta es una opción para nuestra comunidad, escribió David Castillo.
En la columna Política e Historia previa, escribí sobre la dificultad de plasmar algún contenido de interés que no surja o incluya violencia, de inmediato hubo algunas respuestas, una muy interesante es la del movimiento Scout con el cual se trabajan en forma integral las competencias del saber, el saber ser, saber hacer y saber transformar.
Castillo explica que lord Robert Baden Powell fue un general quien en 1907 organizó un campamento experimental en Inglaterra al cual integró 20 jóvenes de entre 11 y 18 años, todos de diversos orígenes socioeconómicos; así nació el escultismo.
Agrega que en las sociedades actuales los adultos ya estamos formados «o deformados», por ello, es difícil cambiar algunas actitudes detonantes de la violencia, ya sean de origen económico, racial, cultural o por marginación.
El escultismo ofrece una alternativa en la formación de las siguientes generaciones en donde los adultos podemos aportar un espacio para que los menores convivan, interactúen y aprendan el valor del trabajo en equipo, así como entender que el esfuerzo, los retos y hasta el fracaso son inherentes a la vida cotidiana.
Luego de leer a David Castillo, recordé que en el canal 28 de Nuevo León y su canal de YouTube existe la serie documental “Formadores” donde se aborda el escultismo como un modelo alternativo, capaz de formar desde la primera infancia a un individuo en el camino de los valores, los principios axiológicos y sociales de su comunidad; un ciudadano capaz de impactar positivamente a su comunidad a través del servicio y el liderazgo.
El escultismo, los deportes, la lectura, la música, las artes plásticas y muchas otras expresiones que alimentan integralmente el cuerpo, espíritu y mente de nuestros menores, son magníficas herramientas para cambiar el patrón de conducta violenta por uno de paz, integración y convivencia armónica en quienes aún podemos influir.
La cultura de la violencia está presente, lo vemos a diario en los medios noticiosos, las redes sociales y en la cotidianidad del día a día. Participar activa o pasivamente de la violencia otorga estatus, pertenencia, liderazgo entre los grupos sociales, lo mismo entre menores que en adultos, basta ver toda forma de
comunicación masiva inundada de violencia.
La respuesta de David me hizo remitir a amigos como Carlos Patricio Sáenz, su esposa Raquel Collins Treviño (recién fallecida) y Carlos Cervera Aguirre, entre otras personas que son parte de la familia de los Scout y quienes son ejemplo de ciudadanos ajenos a la violencia.
Los adultos tenemos la solución a la violencia, quizá no a la surgida desde la delincuencia actual, pero sí a la de futuros delincuentes y violentadores. Se debe trabajar de manera urgente en la niñez, mostrarle un rostro distinto al que se observa cotidianamente.
De paso, contribuir a su desarrollo armónico, en espacios y con grupos formados por familias como el escultismo en donde se trabaja al mismo tiempo el desarrollo físico que las habilidades intelectuales y las destrezas para la solución de conflictos y problemas.
Se nombra a las generaciones actuales de muchas formas: de cristal, centenial o “z”, Alpha, milenial y más… Es momento de etiquetarlos como la generación de la paz.
En nosotros, está hacer un cambio en quienes hoy aprenden de nuestras conductas.

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