vie. Jun 20th, 2025

Charlas de taberna

Marcos H. Valerio

¡Cinco, cuatro, tres, dos, uno! La cuenta regresiva resuena en la arena, pero no es un luchador quien está a punto de volar. Es la voz de Leonardo Riaño, el cronista que convierte el ring en un “paralelogramo rectángulo equilátero” y la lucha libre en un despegue que rompe la constante de la gravedad: 9.81 metros por segundo al cuadrado. Esta noche, el micrófono es su torre de control, y él pide permiso para narrar: “11:11 afirmativo, ¡vuelo, vuelo, vuelo!”.

El público ruge, las luces parpadean, y Leonardo Riaño ya está en el aire. “¡Fuego en la pista!”, grita, evocando un programa de los 70 que lo marcó. Para él, el ring no es solo un cuadrilátero; es un campo de batalla donde los luchadores, como aviones, desafían las leyes de la física. 

“Los luchadores vuelan, ¿ok? Pero cuando vuelan, piden permiso a la torre de control”, explica con esa chispa que lo hace único. Y esa torre, en su mente, no da órdenes comunes. Usa frases raras, como las que escuchaba de niño cuando su papá le decía a las 11:11: “Hijo, pide un deseo”.

Esa frase infantil se convirtió en su mantra. Cada narración es un deseo, un momento para crear algo nuevo. Cuando estudiaba física, Eduardo Riaño aprendió sobre la gravedad; cuando estudió arquitectura, descubrió el poder de un “paralelogramo”. 

Y cuando narraba en el Vox, inventó su grito de guerra: “¡Acaba el round, que venga el edecán!”. Corto, pegajoso, diferente. “Eso es lo que te hace destacar,” dice, mientras las alertas suenan y los focos rojos se encienden en la imaginación del público.

Pero no todo es aplauso. En Argentina y Colombia, algunos lo llaman “pinche güey loco” por sus términos extravagantes. “¿Paralelogramo? ¡Es un ring, güey!”, le escriben. Riaño se ríe. Sabe que sonar “mamón” es parte del juego, porque lo que importa es no ser uno más. Su estilo es un avión que despega contra el viento, un luchador que salta desde la tercera cuerda. 

Y esta noche, el vuelo de su voz vuelve a romper la gravedad, dejando al público con la adrenalina a tope y un deseo a las 11:11: que nunca deje de narrar.

Por Admin

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