Gabriel Contreras

La Feria Internacional del Libro de Monterrey atrajo a más de 309 mil visitantes en 2024. No está mal, porque eso significa que contó con 1.25 visitantes por minuto según lo indica la calculadora. Eso suena no solo genial, sino que se podría decir que es maravilloso. Pero hay que resistirse a ser ingenuo, y por eso sería lindo preguntar si ese número de asistentes es directamente proporcional al número de lectores surgidos de esos tumultos. Podría ser que si, pero también podría ser que no. El caso es que comprar libros y leerlos no es obligatorio, ni podría serlo en ningún caso. Y como solo compran libros aquellos a los que le da la gana, tal vez son más los que se pasean y platican, que los que tienen intenciones de comprarlos y leerlos. Oh Dios. Si eso ocurriera, entonces la FIL sería algo así como una inmensa broma, un simulacro del tamaño de la rifa del avión presidencial. No puede ser. No quiero pensar en esa idea.