A este país no lo arregla ni Dios
Gabriel Contreras
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Diez puntos para Kid Alito Moreno y ocho puntos para Gerardo el Metralleta Noroña.
La emoción boxística enciende al México moderno desde los días de Kid Azteca hasta la época de El Canelo Álvarez.
Sin embargo, esta pelea que acaba de ocurrir en el escenario de la legislatura, es algo que no debe entusiasmarnos, y mucho menos comprometernos afectivamente.
Porque de lo que se trata no es de aplaudir o vituperar a este o aquel senador, sino de tener muy claro que ocurre en esos momentos con la investidura de nuestros representantes, que por cierto hoy nos suena a platillo barato y casi casi a basura.
Lo digo porque al mismo tiempo que Noroña y Alito se dan de golpes por no sabemos qué discordia, una diputa que no alcanzamos a comprender, nosotros pagamos puntualmente nuestros impuestos para que ellos sigan haciendo de su trabajo un espectáculo mediocre,una salvajada vergonzante y digna de la peor de las barriadas.
Es buen momento, vaya, para preguntarse si esa gente que está allí, dándose de golpes, fue contratada por nosotros para analizar concienzudamente y modificar con esmero la constitución, si esa gente está capacitada para garantizar el respeto a nuestras leyes y afianzar el futuro de la nación.
O nuestros ojos nos engañan o nos equivocamos desde el principio…