Gerson Gómez Salas
Ambas prometían el oro y el moro. Acorazadas bajo las siglas de la partidocracia. Provenientes del rancio activismo. Por supuesto graduadas del ITESM. Primera generación de migrantes avecindadas en la nación del noreste.
Indira Kempis Martínez nació y vivió en Cuautla, Morelos. Convertida en su primera incursión en boletas como Senadora de la República por Nuevo León. Renegó de todo, menos de cobrar con la mano derecha fingiéndose demócrata social. Comunicadora de profesión. Renuncio a MC sumando el escaño y la vida al Partido Revolucionario Institucional. Inexperta en todas las áreas. Excepto en armar cualquier tema anodino. Amiga personal de Margarita Arellanes del PAN y de muchos despreciados por enriquecimiento inexplicable, después de su periodo como alcalde de Monterrey
Pretende volver al activismo cobijada por Mario Rodríguez Platas, líder del movimiento LGBT plus. Indira Kempis tiene cero de credibilidad de los ciudadanos de Nuevo León. La observan clasistamente. Apenas cuelga la manta de los desaparecidos en el estado. Le dan la espalda. No suma, pero si dispersa.
Nacida en la ciudad de México, Ximena Peredo Rodríguez, otro de los casos de mujeres migrantes, empoderadas, decrece en el mito de derrocar el mito del patriarcado. Intentó por las siglas, también, de Movimiento Ciudadano.
Perdió la competencia en el Distrito 18, San Pedro y Santa Catarina. Ni siquiera para representación proporcional. Egresada de Letras, vigilante del río Santa Catarina, el estadio en otra parte y columnista una vez por semana en el periódico El Norte.
En tres años validó el trabajo de Samuel García como Gobernador. Guardó el sepulcral silencio de los cómplices y comparsas.
Despedida mediante llamada telefónica. Ni siquiera le permitieron reingresar a recoger los enceres de propiedad en la antigua disciplina.
La amargura del alma viaja en dos sentidos. Contra Felipe Montes y Samuel García. En las apariciones esporádicas desea regresar a la movilización de las pobres conciencias regiomontanas.
Ambas, en el cuarto escalón de vida. Su alimento es el odio. Derrocadas e inundadas de bilis, deberán dejar en paz, a los nuevos liderazgos.
Ellas calcinadas en la ignorancia social. Retrogradas para las costumbres del noreste caliente.
Morelos y la CDMX deben ser el destino final de las seductoras de torpezas. No hace falta abrir la caja de pandora para demostrar cada uno de sus pecados.