Cosas del Tony
Por: Antonio Sánchez R.
Una de las “banderas” favoritas enarbolada por el ex presidente Manuel Andrés López Obrador (MALO), fue aquella de que en su administración imperaría la doctrina de San Francisco de Asís, quien hizo votos de pobreza, por lo que se supone que, siguiendo sus preceptos, no habría funcionarios ricos en un país pobre.
El tristemente célebre “Peje” quiso emular los pasos del prócer de la paz, Don Benito Juárez García, quien en su tiempo ajustó su vida y la de quienes colaboraron con él durante su mandato, a una justa medianía, al percibir salarios acordes al magro presupuesto existente.
La famosa “Austeridad Republicana” tan cacareada por MALO, puso de cabeza a un régimen que canceló fideicomisos importantes y vitales para el sostenimiento de infinidad de actividades y cuyos recursos aún no se sabe a dónde fueron a parar…, 750 mil millones de pesos, una cantidad nada despreciable, cuyo destino es un misterio.
Pero si la presunta “Austeridad” dejó más perjuicios que beneficios tangibles en su momento, en el curso de una administración federal que resultó en un desastre total, como legado tuvo un impacto mucho más negativo, pues aquellos que en su momento tuvieron atadas las manos y no pudieron meterle mano al dinero público, ahora se están desquitando a lo lindo.
Si bien el actual régimen pretende seguir la misma “filosofía” del que se fue a “La Chingada”, la actual mandataria pareciera que, paralelamente, aplica el viejo concepto francés del “Laissez Faire” o “Lese Fer”, cuyo significado es “dejar hacer, dejar pasar”, permitiendo una manga ancha muy descarada en el manejo del presupuesto o voltear hacia otro lado cuando debería observar hacia donde ocurren hechos de corrupción.
Son demasiados los casos que ilustran de manera dramática la inminente corrupción que impera en nuestro país y que involucran a funcionarios públicos o a funcionarios de partido ligados al régimen anterior. ¿Mire que gastarse en una simple cena 45 mil pesos, en un restaurante de Tokyo, como si nada? Eso no lo hace cualquier hijo de vecino, ¿he?
Pero, el caso de la cena en Tokio podría pasar, pues el personaje involucrado es un funcionario del partido en el poder, Morena, aunque se sabe que las aspiraciones de dicho personaje es nada más y nada menos que llegar a ocupar, algún día, del próximo sexenio, por ejemplo, la silla que ocupó su padre, el peor presidente que ha tenido este país.
Lo que llama la atención, más que la de un junior con ínfulas de poder, es el caso de un funcionario del régimen actual, quien aprovechando un “viajecito” no oficial a España, se metió a cenar a un restaurante de los más exclusivos y, por ende, caros y pues ha levantado ámpula a más no poder.
Mario Delgado, Secretario de Educación Pública, se suma a la larga lista de funcionarios y legisladores que han tomado no el “Camino de Santiago”, sino los destinos de España a Italia, contradiciendo el discurso oficial en cuanto al uso de recursos públicos para fines personales por parte ciertos personajes de la política mexicana.
Estamos a unos días de que ocurra el Primer Informe presidencial, o sea, menos de un año de haber asumido el poder y ya la señora PRESIDENTE tiene serios problemas con la gente de su gabinete y anexas, en donde se incluye “La Casita” de Gerardo Fernández Noroña en Tepoztlán, cuyo costo supera los 12 millones de pesos. El imbañable Noroña presumió que ahí vivía “a toda madre”. ¿Y cómo le hizo para juntar más de 12 millones de pesos para comprar esa propiedad?
Y la “joya” de todo esto acaba de ocurrir: a doña Beatriz Gutiérrez Muller, la ex de MALO…, ¿o serán pareja aún?, se le antojó irse a vivir a La Paradoja, zona exclusiva de Madrid, a una residencia que le fue incautada a Emilio Lozoya y la pregunta salta de inmediato: ¿cómo se autoriza el uso de un bien asegurado a alguien que ya ni siquiera es parte de un régimen? ¡ahí quedó!