Gabriel Contreras
Escribo teatro hace muchos años, de manera que he acabado por adquirir cierta experiencia, cierto olfato en relación con “lo dramático”. Digamos que, a fuerza de buscarlo, hoy puedo encontrar la cosa dramática, es decir el conflicto, más o menos en todas partes.
Les contaré que hoy a mediodía fui a la tienda a comprar eso que uno se compra para pasarse la tarde del domingo leyendo en el patio, es decir unos fritos y un refresco…
Y mientras hacía fila para pagar, escuché un ruido de vidrios que se rompen contra el suelo. Todos en la tienda nos asomamos a ver de qué se trataba.
El asunto era que un hombre había tirado un six de cervezas al piso, por accidente…
Desde el fondo de la tienda, el hombre preguntó…
-Se me rompieron unas cervezas, fue un accidente. ?Qué procede?
La cajera le respondió con voz segura.
-Pase a pagarlas por favor.
-?Tengo que pagar, aunque no fue mi culpa?
Es obvio que ese era el inicio de un conflicto dramático interesante y valioso. Y por eso salí de la tienda rápidamente, para poder imaginar el resto y escribirlo a mi manera, sin conformarme con ese tipo de soluciones que suele generar la realidad.
El conflicto está donde sea, pero el trabajo del dramaturgo es saber desarrollarlo.