Hay milagros que son cotidianos, como los de la naturaleza, y estamos tan acostumbrados a ellos; hay otros más espaciados, como los que tienen que ver con la salud, pero hay otros muy especiales, esos que hacen los que son sus discípulos.
Cuando Jesús envió a los doce a esparcir Su Palabra les dio autoridad y poder para sanar enfermos, sacar demonios y hacer maravillas, y tal vez creas que eso terminó con ellos, pero yo los he visto.
Los he visto cuando le comparten a alguien una porción de la Escritura y les vuelven la vida y nuevas fuerzas; cuando le cuentan su testimonio y se sienten libres y desatados de sus cargas; cuando oran por alguien y comienza a comportarse diferentes.
Dios no deja avergonzados a los que creen en Él y todos los que usan el poder del Evangelio, ven que los pobres reciben buenas noticias, los prisioneros reciben libertad, los ciegos obtienen la vista y los maltratados son rescatados.
Siempre que necesites ayuda, puedes clamar a Dios y abrir la Escritura para conocer Su respuesta. Si tu crees, podrás ver y hacer milagros también.
¿Crees esto? Habla con Dios, lee la Biblia y descúbrelo. Solo la Verdad nos hará verdaderamente libres.
Lc. 4:18-19 | Mr. 6:7-12
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