mié. Feb 5th, 2025

Por Manuel CARMONA

Mucha efervescencia ha suscitado entre la clase política local y medios de comunicación el aparente “destape” del coordinador del gabinete estatal José Luis García Parra, quien acudió con la representación del titular del Ejecutivo Alejandro Armenta Mier a la cena de fin de año que el gobierno del estado de Puebla ofreció a la población de escasos recursos que acudió al centro expositor en la zona histórica de los Fuertes el pasado 31 de diciembre.

Su estrecha cercanía con el gobernador ha prendido las alarmas entre los equipos de quienes aspiran a participar en el proceso sucesorio del 2030 y la lectura que ha despertado es que su asistencia a ese evento es una señal clara y contundente, que es el delfín de Armenta Mier para la sucesión que viene, aunque estimo que es muy vaga, imprecisa y bastante precipitada. 

En lo personal, vuelvo a insistir que su cercanía y la absoluta confianza que le dispensa el mandatario estatal lo hace concentrar una atención excesiva de reflectores, que no solo halagan la vanidad de cualquiera sino que también confunden e inhiben la posibilidad de apreciar en su justa medida, el peso específico del rol que juega cualquier actor político en función de su circunstancia.

No dudo que pudiera ser una de las cartas del armentismo para el 2030, pero definitivamente no será la única con la que jugará. Todos los hombres de poder suelen jugar con varias opciones y cuando llegan el momento crucial se decantan por aquella que considera cubre de manera fehaciente uno o varios requisitos como: lealtad, probabilidad de triunfo electoral, continuidad a su proyecto político o llegado el caso hasta impunidad, pero algo debe de poner sobre la mesa antes de hacer público su respaldo abierto al delfín. 

Aunado a lo anterior, todavía está sumamente lejos el momento de esa definición política, faltan aproximadamente 5 años, que son alrededor de 60 meses, si quiere verlo de otro modo: mil 825 días. En ese espacio de tiempo pueden presentarse tantas cosas que en ese momento nadie es capaz de saber e imaginarse. 

La historia y las mismas experiencias recientes nos han enseñado que el curso de los acontecimientos puede cambiar drásticamente de un día para otro, de una semana para otra, pero más de un año para otro y que existe una infinidad de variables de carácter económico, político, social y hasta las reglas de la competencia electoral que no sabemos cómo estén en ese momento y que pueden incidir para inclinar la balanza de un lado o del otro.

La modernidad según lo que pudo documentar ampliamente el sociólogo y filósofo polaco-británico Zygmunt Bauman a lo largo de su vida, es que el mundo actual se caracteriza por su estado fluido y volátil. Que eso es lo que denomina como SOCIEDADES LIQUIDAS. Que si hay un signo predominante de estos tiempos es la incertidumbre, por la vertiginosa rapidez de los cambios. 

De ahí que incluso los destapes adelantados son incluso hasta un riesgo porque previene a los demás interesados que pueden sentirse en desventaja, para centrar su atención e implementar acciones que puedan debilitar ya sea de golpe o en el curso del tiempo al que consideran pueda ser el gran favorito ó en todo caso el posible puntero en las preferencias electorales.

Por esa razón me parece prematuro considerar a José Luis García Parra como el enemigo a vencer en la sucesión gubernamental. Mas bien creo que cuando llegue el momento será una sucesión encarnizada y complicada como lo ya lo son desde hace mucho tiempo no solo en nuestro estado, sino también en el país. 

El año 2 mil es el punto de inflexión, Estos procesos dejaron de ser tersos para convertirse en luchas internas despiadadas al interior de los partidos, donde el golpeteo se propagan sin control alguno, tal como lo describo en una investigación de mi autoría LAS GUERRAS DE LODO ediciones Magno 2010.

Tampoco debe descartarse que al interior del propio grupo en el poder, José Luis García Parra no será la única carta, no hay que perder de vista a Javier Aquino quien siempre se ha conducido con discreción y un bajo perfil, pero que goza también de la confianza y total respaldo del titular del Ejecutivo, más los aspirantes que puedan surgir en los próximos cinco años como resultado de sus buenas acciones y resultados institucionales, digamos que aquellos que hoy no están en la mira pero que pueden crecer.

Fuera del armentismo pero al interior de Morena, seguramente Nacho Mier volverá a intentarlo. Tampoco perdamos de vista que Claudia Rivera es una política joven con excelentes relaciones en el centro del poder, con ambiciones y conexiones que la colocan como una aspirante fuerte y seria en la sucesión del 2030 donde tampoco hay que olvidar que desde la propia Presidencia de la República se podría impulsar algún perfil que en este momento no conocemos, en función de la continuidad de los proyectos políticos de carácter nacional.

Como se verá, en un ejercicio inicial ya tenemos un abanico de nombres y posibilidades que seguramente irán en incremento con el transcurso del tiempo. Se irán agregando prospectos y también se irán eliminando otros, es decir, habrá una gran movilidad. Por supuesto que García Parra no va solo, ya no son tiempos de nigromante, no son tiempos de predicciones, cualquier cosa puede pasar. Que no panda el cúnico…

• El autor es abogado, escritor y analista político.

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