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Esa idea marxista de que las condiciones materiales de existencia determinan y condicionan al desarrollo del pensamiento humano es un gran acierto.

Ejemplos.

El clima de la isla de Cuba es insoportable. Por tanto nadie en su sano juicio se pondría a crear reflexiones filosóficas en medio de mosquitos, ruido, algarabía y carencias. Todo eso sumado obliga a los cubanos a buscar un buen paliativo en la poesía y la música. Por eso bailan frente al desastre económico y elogian al gobernante en turno en busca del apoyo de la UNEAC. Pero de filosofía nada.

Alemania tiene un clima ingrato desde siempre, un escenario lúgubre que empuja hacia la depresión y la soledad. Por eso los alemanes son tan dados a la filosofía abstracta.

La cocina regiomontana nunca se desarrolla, siempre es lo mismo. En una ciudad donde a las siete de la noche hay 36 grados nadie va a ponerse a cocinar, nadie. Excepto si se habla de la carne asada, que no es cocina, es un complemento de la cerveza.

Gabriel Contreras es escritor, periodista, dramaturgo y podcaster