- Tomado de Crónica.com.mxp
Dice que a los 10 años de edad ya volanteaba en Zacatecas como seguidora del López Obrador perredista; en 2006 conoció las acciones de resistencia del tabasqueño y se unió, hasta llegó a dormir en tiendas de campaña en el Zócalo, pero…
La zacatecana Frida Esperanza es muy joven pero su andar en la política comenzó siendo una niña.
Frida Esparza tiene 22 años, y es la diputada millennial del Palacio Legislativo. A su corta edad ya tiene un pasado en la política. Con Andrés Manuel López Obrador conoció las acciones de resistencia. Cuando aún el hoy Presidente de México pertenecía al Partido de la Revolución Democrática (PRD), la pequeña Frida Alejandra estuvo en sus campamentos, en 2006. Lo seguía por sus ideales, pero se desencantó de él, poco después, con más conciencia, porque mostró rasgos autoritarios.
La legisladora se apresura a llegar a la entrevista, aunque se atraviesa la votación del dictamen para que las organizaciones ganaderas fomenten entre sus asociados el uso de fuentes de energías limpias y renovables para el desarrollo de sus actividades productivas.
“Se aprobó por unanimidad”, informa Frida Alejandra Esparza Márquez.
Apenas va comenzando la charla con Crónica, cuando nos interrumpe el teléfono análogo de la oficina de la perredista.
“¿Cómo se pasa para allá la llamada de este teléfono?”, pregunta a su equipo que la asiste, otras jóvenes. Al verla a los ojos, esboza una sonrisa tierna, como quien confesara el poco contacto que hay con esa tecnología de revoluciones pasadas. Los teléfonos inteligentes y otras herramientas del orden la tienen cooptada. Es la plataforma de su comunicación, aunque dice que pasa varias horas en este espacio asignado por la Cámara de Diputados, el teléfono fijo quizá es siempre contestado por alguien más.
Cuenta, entonces, que su abuelo, Camerino Márquez, era de oficio agricultor en Sombrerete, Zacatecas —de donde es la familia materna—, una región a dos horas de la capital del estado.
“Me acuerdo que a él le encantaba leer, preguntar y asistir a reuniones”, revela. Ella no entendía bien a bien de qué se trataban. A los diez años de edad lo comprendió, cuando se puso a volantear durante una campaña, nada más ni nada menos que con Andrés Manuel López Obrador.
“A mí me tocó venir al Zócalo, me quedé un tiempo en las casas de campaña. Desde niña crecí en este ambiente y me gustó mucho, me llamó la atención, pero yo lo veía con un contexto más amplio. Eso dio pie a que estudiara la carrera de Filosofía, en la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ)”.
Aclara que está por graduarse este año, aunque tiene complicado el tema de la tesis, por lo que anda en busca de un asesor que la apoye, por la distancia, sobre todo.
“Estar yendo cada semana a Zacatecas es complicado. También estudié ciencias biológicas, pero eso sí está en pausa, igual, por los tiempos. Esta carrera sí demanda que sea presencial, porque hay que asistir a los laboratorios y las prácticas”.
—¿Seguir a Andrés Manuel no estuvo en su horizonte?, se le pregunta.
—“A mí sí me sorprendieron muchos temas autoritarios con Andrés Manuel, y el rechazo al partido, cuando él se separó del PRD. Eso me provocó señales de alerta, dicequien hoy critica el programa Jóvenes Construyendo el Futuro. “Es asistencialista”.
“Yo no creo que hay que estar con la mayoría, sino que hay que estar con el partido en el que se pueda coincidir con los ideales, con tu ideología”, enfatiza.
Frida tiene tres perros, Solovina —exclama con una carcajada, porque aclara el nombre de la mascota “sola llegó”, pero inmediatamente dice que fue idea de su mamá—.
“Un día caminando por calles zacatecanas escuché un ruido, un llanto. Me di cuenta que era una cachorrita. Estaba llena de espinas, y me la llevé a mi casa. Mi abuela me vio, y como siempre llegaba con perros dijo: ‘Otra vez con perros’… Pero logré que se quedara”, esboza una sonrisa de felicidad.
Los otros dos son Pistache —una french poodle que ya tiene sus años, regalo de una compañera— y Maya —hija de Pistache—.
“Están en Zacatecas. Yo no me los puedo traer a la Ciudad de México”. Aunque afirma que los extraña enormemente, se tienen que quedar allá, los desplazamientos entre la Ciudad de México y el estado, dice, son agotadores y no hay tiempo para cuidarlos.
La diputada millenial dice que le gusta la capital del país. Se da tiempo para caminar sus calles, conocer lo que ocurre, cómo caminan otras mujeres, las de su edad, las de todas las edades. Dice que su compañía son sus amigas de la oficina. Anda en el Zócalo y otros espacios turísticos.
Se ha subido al Metro, también para conocerlo. Al transporte público no le teme, aunque está claramente consciente de los tiempos violentos que se viven, le preocupa el tema por los casos de hostigamiento hacia las mujeres.
“Soy usuaria muy frecuente del Metro, de Buenavista, por allá tengo muchos amigos.
“Sí me chiflan mucho, pero no conozco una sola mujer que no haya sufrido acoso”, asegura.
Dice que su tiempo libre lo disfruta leyendo, la literatura. “Ahorita estoy leyendo, aunque no es literatura, es política la lectura, El regreso neoliberal, por cierto, lo recomiendo mucho”, y mueve su dedo índice.
“Leo las novelas clásicas, leo de todo”, cuenta. Además de esto, a Frida Alejandra los idiomas también la seducen. Hay contacto con francés, ruso, italiano, inglés y español.
El cine es mejor con su familia, y va cada vez que se lo permiten los compromisos en la Cámara de Diputados. En la música no es exigente. “Me gusta de toooodo. Yo pienso que no hay que limitarnos”.
En su agenda legislativa está impulsar mecanismos que ayuden cada vez más a que haya lugares seguros, por ejemplo, advierte que en Zacatecas hay municipios que carecen de luz, de luminarias, lo cual propicia que haya violencia y las mujeres sean unos de sus principales focos.
“Hay mucho homicidio de niñas, es un tema de machismo. Los presidentes municipales están padeciendo por la falta de presupuesto para cubrir muchas necesidades, además, somos oposición y entonces tampoco esperamos mucho”, indica.
Advierte que para combatir el feminicidio no se requieren alertas de género, porque no funcionan. Y en el centro de los grandes problemas está la educación.
“Si se garantiza este derecho, y también desde casa se trabaja, pues podemos ir pensando en soluciones. Todo está ahí, en cómo crecen los niños y cómo se les educa tanto en la escuela como en casa”, advierte.