Por Salvador Hernández LANDEROS
El jefe Supremo de las fuerzas armadas del País debe sentir vergüenza de que sus leales aliados tomaron la calle para salvar el honor, el respeto y su vida.
Desde 1937 que fue creada la SEDENA para defender la soberanía nacional y garantizar seguridad a los mexicanos, nunca los militares habían protestado.
El uso del Ejército para resolver problemas políticos, nos obligan a preguntar si el presidente no está mal usando sus instrumentos y obligaciones.
El presidente López Obrador y el secretario de la Defensa, Luis Crecensio Sandoval, deben, en la “mañanera de este lunes”, dar una explicación.
Durante 4 años del sexenio de López Obrador el Ejército ha dejado de ser el Glorioso, para ser humillado, deshonrado y maltratado moral y físicamente.
Activos y jubilados, rasos y oficiales de alto rango se congregaron en el País para exigir a su jefe supremo el respeto que merece la institución castrense.
Entre los soldados mexicanos existe una sensación de impotencia, frustración, abatimiento y parece no quedar nada del orgullo de pertenecer al Ejército.
En las fuerzas armadas que tenemos hoy no es el de hace años. No hay respeto y se ha vuelto costumbre el deterioro moral de las tropas en acciones.
Soldados muertos, heridos, secuestrados, más de 30 mil bajas por diferentes causas, y decenas encarcelados por complicidad de jueces corruptos, es el saldo.
Una de las mantas que debe calar fue la que decía: “En memoria de los militares que murieron en espera de una orden de disparo que nunca llegó”.
Ni López Obrador, ni la 4T, deben minimizar esta marcha inédita. No se trata de “abrazos, no balazos”. Es cuestión de gloria, respeto honor y vida.