Gerson Gómez
Se cansaron los habitantes conurbados. El robo a casa habitación, la implementación de cuotas para negocios y el raterillo vulgar, el descuentero de muchachos con sus aparatos de telecomunicación de gama media y alta. La cacería de los impolutos gérmenes de maldad, sufren de golpiza como la nunca recibida en sus casas. Luego, al perder el conocimiento, los emplayan a un poste, en medio de las calles. A la llamada de los agentes de la ley, los reporteros dan constancia de la inmovilización. La risa también es rabia. Hartazgo de la simulación del proteger y servir. Los hampones, al no existir quien los denuncie, pasan algunas horas detenidos, luego recuperan la libertad. Regresan a las andadas. Esa es la única forma de sustento conocida. Ya quemados en la vida social, los emplayados representan el trabajo de los comunitarios. Todo pinta, a subir en las escaladas de las necesidades. El escarnio público se redime con trabajo honesto. A resarcir la confianza de quienes en las penumbras cometen fechorías. Los cárteles del crimen organizado encobijan a los asesinados. Los desmiembran para colocar en hileras de tiendas de conveniencia. Podemos ahorrar en ambos lados de la prevención y la corrección. Dar la encomienda del corazón trabajador, laborioso y honesto, no la vida de maleante, como las canciones de los corridos alterados o de las letras de Santa Fe Klan. Antes de terminar emplayados o encobijados, frustrando la hermosa juventud. sonico2@hotmail.com