lun. Dic 9th, 2024
  •  por Reyna Paz Avendaño (La Crónica de Hoy)
  • El amor por la cultura nahua que tenía León-Portilla inició cuando conoció a su maestro, el padre Ángel María Garibay, quien le dio una enseñanza de vida: para entender la historia de los pueblos indígenas necesitaba conocer su lengua.
“He tenido el privilegio de ser portavoz de lo que pensaron los antiguos mexicanos” | La Crónica de Hoy

Miguel León-Portilla escribió uno de los poemas más célebres sobre la importancia de las lenguas indígenas: Ihcuac thalhtolli ye miqui (Cuando muere una lengua). Foto: Cuartoscuro

Miguel León-Portilla (Ciudad de México,1926-2019) fue el humanista, el historiador y el nahuatlato más importante del país, pero sobre todo, el portavoz de los pueblos indígenas que miró las diferencias de lengua y de la cultura de México como una fuente de creatividad perdurable.

El amor por la cultura nahua que tenía León-Portilla inició cuando conoció a su maestro, el padre Ángel María Garibay, quien le dio una enseñanza de vida: para entender la historia de los pueblos indígenas necesitaba conocer su lengua.

El investigador emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se doctoró en Filosofía bajo la guía de Garibay con la tesis titulada La filosofía ­náhuatl estudiada en sus fuentes, obra que apareció revisada en 1959, misma que hasta la fecha ha sido traducida al ruso, al inglés, al francés, al alemán y al checo.

En diversas conferencias que ofreció en ferias de libros y en homenajes, el pensador mexicano siempre contaba que, por recomendaciones de Manuel Gamio, se acercó al padre Garibay con quien tuvo una conversación que nunca olvidó:

“‘Usted dice que quiere estudiar el pensamiento indígena, ¿sabe náhuatl?’, me preguntó el padre Garibay. ‘No, no sé náhuatl’, le contesté. ‘Aquí en México tenemos grandes helenistas que no saben griego, grandes estudiosos de Kant y Hegel que no saben alemán. Por eso, si usted quiere meterse en esto, tiene que saber náhuatl. Mire, venga en quince días, siga las lecciones de mi libro. Si no las estudia, mejor no venga porque yo no pierdo el tiempo ni con tontos ni con flojos’. Me dijo y entonces me puse a estudiar”.

En la biografía de Ángel María Garibay que escribió León-Portilla, se refirió a su profesor como un hombre de corazón firme, enseñanza que legó.

 “Decían los  maestros del mundo náhuatl que un hombre verdadero es el dueño de un rostro sabio y de un corazón firme como el tronco de un árbol. Nueve años de continuo trato personal con el Padre y Dr. Ángel María Garibay K. me han acercado ciertamente a la verdad de su rostro y su corazón”.

León-Portilla fue profesor en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM desde 1957, director del Instituto de Investigaciones Históricas, miembro de la Junta de Gobierno de la UNAM, Investigador Emérito del Instituto de Investigaciones Históricas, con antigüedad desde 1957, y miembro de El Colegio Nacional desde 1970. 

Siempre con un buen sentido del humor, Miguel León-Portilla  comentaba que su vida la entregó a darle voz a los pueblos indígenas, así lo expresó durante la entrega del Premio Alfonso Reyes 2015 en el Colegio de México.

“Si alguien me preguntara: ¿usted, qué cree haber hecho en la vida? Tengo 90 años, puede ser que viva uno más, cinco o diez, no muchos más porque creo que empezaría a desvariar, entonces contestaría: he tenido el privilegio de ser portavoz de lo que pensaron los antiguos mexicanos. Eso ha sido mi vida”. 

Algunos de sus libros son: Los antiguos mexicanos, La visión de los vencidos (traducida a quince idiomas), Literaturas indígenas de México, y Tonantzin Guadalupe. Pensamiento náhuatl y mensaje cristiano en el Nican Mopohua, entre muchos otros. Sus últimas publicaciones fueron Humanistas de Mesoamérica (2018), Erótica náhuatl (2019) y el poema inédito Canto a Nezahualcóyotl (2019)

Una de sus obras más importantes es La visión de los vencidos donde reunió testimonios escritos originalmente en náhuatl sobre la Conquista, pero vista a través de los ojos de los indígenas. En esa publicación escribió:

“A pesar de todo, no pudieron ser silenciadas sus voces, los escribanos indígenas los transversaron al papel desde tempranas fechas. Hoy se escuchan también las de otros hombres y mujeres nahuas: es su Yancuic tlahtolli, Nueva Palabra”.

En ese libro, el investigador emérito de la UNAM enfatizó —como en cada conferencia y en cada presentación de libro—, que la voz de los que llaman vencidos, no fue acallada.

“La visión de los hijos y nietos de quienes fueron vencidos, que hoy están decididos a no serlo más. Su voz es de resuelta afirmación. No piden  favor o limosna. Los pueblos originarios exigen ser escuchados y tomados en cuenta. Conocen sus derechos y por ellos luchan. La palabra, con la dulzura del náhuatl y de otras muchas lenguas vernáculas de México, comienza a resonar con fuerza. En un mundo amenazado por una globalización rampante, es ella preanuncio de esperanza. Nos hace creer, entre otras muchas cosas, que las diferencias de lengua y cultura son fuente de creatividad perdurable”.

Miguel León-Portilla escribió uno de los poemas más célebres sobre la importancia de las lenguas indígenas: Ihcuac ­thalhtolli ye miqui, (Cuando muere una lengua): “Cuando muere una lengua, / ya muchas han muerto / y muchas pueden morir. / Espejos para siempre quebrados, / sombra de voces / para siempre acalladas: / la humanidad se empobrece.

El nahuatlato expresó en vida que lo indígena es el patrimonio más valioso del país.

“Es ver cómo el hombre en el aislamiento de este nuevo mundo llega a crear esta cultura extraordinaria, que todavía vive entre nosotros. Sostengo que Mesoamericana no ha muerto: está presente en el norte de México, en California, está presente en Nuevo México, en Texas, en Chicago y está presente en Nueva York ¡para que se entere el señor Trump!” .

Durante un homenaje por su cumpleaños 90 en el Museo Nacional de Antropología, realizado en 2016, León-Portilla expresó: “Como corro peligro de entrar en territorios más escabrosos, quiero decirles que debemos seguir trabajando. Tuvimos la suerte de nacer en un país maravilloso, que tiene muchos problemas, pero está en nosotros superarlos y transmitir un México mejor a quien lo herede”.

Contrario a lo que se pensaría, el nahuatlato siempre se pronunció admirador del mundo español.

“Algunos creen que porque yo me he dedicado al mundo indígena no me interesa el mundo hispano, pero con este discurso les demuestro que siempre me ha interesado muchísimo”, comentó durante la ceremonia de la entrega del doctorado honoris causa de la Universidad de Sevilla en 2017.

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