Hoy llamó el Señor a Arturo Nárvaez López, gran impulsor del beisbol amateur de Nuevo León.
Emprendió su último vuelo.
DEP ‘El Pájaro’
Dios lo reciba.
Por Manuel S. González Guerrero
El Pájaro al bat…
¿De qué juega Arturo Narváez López?
Una pregunta que sólo él podrá responder, aunque su círculo de conocidos sabe de qué jugaba cuando fue campeón en la Liga Mexicana de Beisbol con el Poza Rica en 1959.
Hoy lo vemos a paso lento.
Pero era veloz, tenía lo suyo y la gente lo ubica más como manager que como pelotero en el diamante.
Se le recuerda por sus más de cuatro décadas con la franela de sus Tigres de la UANL, o por aquel 1969 en Reynosa, cuando le tocó ser manager de los Sultanes de Monterrey en un acto que todavía se vive y se recuerda en la Liga Mexicana.
Forjador de generaciones.
Me decían que si algo tenía de especial ‘El Pájaro’ Narváez era la paciencia para enseñar y quitar hasta ‘vicios’ beisboleros a los peloteros, pues los moldeaba a tal grado que cambiaban su estilo de juego para bien.
Es más formador que otra cosa.
Influye en sus jugadores, maneja su libro de señas a la perfección y acumula la experiencia que sólo el béisbol en acción da.
Camina despacio.
Pero recorrió las bases como bólido y la pelota tras estar en sus manos salía con fuerza a donde él quería marcar.
Era especial para vestir de pelotero.
Viene de una generación de beisbolistas, crecidos en los llanos de Monterrey y pisando lo profesional en varias ligas.
Respeta el apodo.
Porque lo heredó de su hermano mayor, el que inicia con la dinastía y los demás ya tenían en apodo para jugar.
Sonriente siempre.
Se acomoda su gorra y se coloca los lentes para hacer plática, no sin antes dejar clara su chamarra en su cuerpo, porque siempre anda de pelotero.
Sin dudar, es todo un referente en el deporte universitario, quienes fueron a la caja de bateo representando a Tigres o subieron a esa loma de las responsabilidades, saben de cada una de las señas que ‘El Pájaro’ suele dar.
Mueve sus manos, porque todavía tiene señas para dar.
Buen miércoles, Dios los guíe.