mié. Feb 5th, 2025

Ma. Renata Díaz Leal von Versen

Previo a la elaboración de esta opinión trate de informarme lo más posible desde todas las posturas posibles, a fin de poder formular una opinión suficientemente informada. Entre que es golpe de Estado o no; entre que se ha caído el progresismo en Bolivia; entre que Evo Morales es un genocida que dio la espalda a los mismo indígenas; etcétera, etcétera. Muchas son las posturas respecto a su renuncia; a las revueltas que hay en el interior del país; al reconocimiento del gobierno interino de Jeanine Añez; todo las voces que levantó México al ofrecer asilo político (…) En fin, diversas son las opiniones al respecto; pues bien, aquí va una más. 

Parece imposible que la historia romantice el trayecto de Morales; un indígena de ascendencia aymara, primero en la historia, que logra llegar al poder en el Estado de Bolivia; a parte de eso un activista de inclinación ideológica presuntamente izquierdista. Definitivamente algo que admirar, Bolivia mostró un gran progreso al momento de elegir titular ejecutivo a un individuo de identidad minoritaria. No solo eso, habría que añadir a la historia el increíble desarrollo que presencio el pueblo boliviano durante su administración; sorprendente crecimiento económico y social. Sin embargo, algo falló en la presunta utopía boliviana, pues tras su cuarta reelección la crisis política en Bolivia explotó; fue el punto máximo de intolerancia al gobierno de Morales. 

Con una policía dividida, un vació de poder en las cámaras legislativas y una crisis político-social Evo Morales se ve obligado a renunciar por presión de los cuerpos militares, específicamente a ‘sugerencia’ de Williams Kaliman, comandante de las Fuerzas Armadas de Bolivia; así, con un discurso de paz social y obligación moral para con la población boliviana Morales se retira de la presidencia, sin antes destacar su gran preocupación por los “pobres” y los indígenas. 

No habría que negar la persecución política que acarrea a Morales y a su familia, ni los medios coercitivos que incidieron en la renuncia a su cargo, así como la indebida injerencia del cuerpo militar la política del Estado. Pero, tampoco hay que exentar a Morales de sus crímenes; parece una mayor ofensa al pueblo boliviano su sujeción a una postura populista, democrática y de paz, cuando son múltiples las acusaciones a su gobierno por abuso de los recursos del Estado; la fragmentación de los principios constitucionales de democracia con tres reelecciones y la sujeción del cargo por catorce años; así como incluso su culpabilidad ante crímenes de lesa humanidad contra su grupo social representativo, lo indígenas. 

Con un diálogo de despedida de victimización y romanticismo, Morales aclama defender la paz social y optar por el bien de la población bolivariana; así como un profunda preocupación por el bienestar de los pueblos indígenas y los grupos “humildes”, pero, contrario a lo que la historia y los medios pretendieron marcar, el gobierno de Morales no fue una excepción a la tendencia dictatorial, ni tampoco un triunfo en la lucha de clases, definitivamente no supuso una victoria frente a los grupos fachos del poder, ni mucho menos una expresión de progreso democrático en América Latina. 

Al contrario, Evo Morales se aprovechó del discurso populista; del hartazgo general frente a la represión liberal; de la voluntad del pueblo boliviano a la liberación de la violencia y discriminación sistematizada; de la dialéctica de la izquierda boliviana para asegurar una posición en la cúpula del poder del Estado, evento que no lo distancia de la inmoralidad que ostenta su oposición; resulta incluso más ofensivo el aprovechamiento del débil para el engrandecimiento del personaje político; ni el presunto progresismo social, ni el crecimiento económico justifican los daños fácticos que ha ocasionado el gobierno de Morales, y que se expresa en la voz alzada de todos los bolivarianos. 

Ahora, el pueblo de Bolivia se enfrenta a un turbulento reto; un país ideológica y democráticamente quebrantado; una fuerte fragilidad política y económica; y turbulencia social de múltiples demandas y disgustos, y de diversas necesidades diferenciadas que serán difíciles de solventar; esto definitivamente pone a prueba el gobierno interino boliviano, el cual puede caer en el mismo error represivo. 

Por otro lado, habría que estar atentos a los consensos del la Organización de los Estados Americanos frente al destino del Estado, y la pretendida injerencia liderada por la coalición pseudo democrática del organismo regional; pues la historia ha sido obvia y constante en la resolución de los conflictos Latinoamericanos frente a la intervención extranjera. 

Para finalizar, en lo que respecta al asilo político que otorga México, no es la primera vez que México se adhiere a los principios humanitarios de política exterior, tales son los casos del asilo de Trotsky, el paso del Che y el resguardo de los Castro durante el régimen batista en Cuba; a todo esto, no hay que ser omisos a la acción política, pero tampoco habría que atrincherarse en un espacio ideológico que termina por ser disfrazado y manipulado. 

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