Por Salvador Hernández LANDEROS
Hace cinco décadas, el transitar por la carretera Nacional obligaba a algunos a
taparse la nariz al pasar por Allende donde olía feo por sus gallineros.
Con el paso de los años, la avicultura, su principal productividad en aquella
época, modernizó sus procesos e instalaciones para evitar la insalubridad.
Además de la avicultura, el municipio de Allende, ha cimentado su desarrollo
económico y social a través de la citricultura y el transporte.
Allende, junto con los municipios de Montemorelos, Terán, Hualahuises y
Linares conforman la región citrícola, privilegiada zona sur de Nuevo León.
En lo político, la ciudadanía de ese productivo municipio se comprometió en
ese entonces con sus alcaldes y juntos crecieron para el bienestar común.
Como suele suceder con otros pueblos y, con el arribo de “aves pasajeras” y
otras costumbres, sin pertenencia alguna, echaron a perder esa identidad
Antes, Allende olía feo por sus gallineros. En la actualidad no huele por eso.
Ahora apesta por la corrupción oficial no atendida a fondo por la alcaldesa.
Ahora, como nunca antes, la corrupción es “el pan nuestro de cada día”, en el
Ayuntamiento que preside la alcaldesa Eva Patricia Salazar Marroquín.
La queja constante, principalmente, es en el área de Regidores, directamente
donde está la comisión de Desarrollo Urbano que preside Víctor Salazar.
Hay varias denuncias en esta Comisión, en las que se señala que este Regidor
no suelta permiso alguno, si no es “recompensado con el respetivo moche”.
Una queja es de una empresa dedicada a la instalación de antenas para telefonía
a nivel nacional, a la que otras administraciones sí le facilitaron los tramites.
Si antes le permitieron, porqué Patricia Salazar y Víctor Salazar, no lo hacen.
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