Por Salvador Hernández LANDEROS
Ya nomás nos falta que los muertos den su testimonio del cómo y porque se
contagiaron, para que la gente entienda que debe quedarse en casa.
Si la ciudadanía no comprende qué es el confinamiento y la sana distancia, las
autoridades de salud deben cambiar la forma de comunicar los riesgos.
Sabemos que los muertos no hablan, pero los familiares de las víctimas que
padecieron el contagio del Covid-19, tal vez sí podrían ayudar en ello.
En sus conferencias de salud, el doctor Manuel de la O, ya presentó al vecino
de San Pedro que fue el primer contagio y dio su testimonio.
Así mismo, De la O, llevó al escenario a un anestesiólogo amigo suyo, quien
habló sobre su padecimiento y el sufrimiento que pasó.
El secretario de salud estatal, o bien, los responsables de la comunicación
oficial, deben entender que la gente está saturada de los monólogos del doctor.
El colmo fue que dieran los reflectores a Manuel González Flores para decir a
la ciudadanía que “tendremos que enseñarnos a vivir de manera diferente”.
Con qué calidad moral pide a la gente “no salir más que a lo indispensable”,
cuando su casa está rodeada de guaruras y 12 vehículos a su disposición.
El gobernador debe entender que su secretario general de gobierno perdió toda
credibilidad desde que lo exhibieron en El Norte y El Horizonte.
Primero, la esposa de su ayudante, “El Rojo”, dijo que veía pasar los millones.
Luego, su domicilio todo un bunker. Y los diputados no lo van a soltar.
Y si los alcaldes insisten en reactivar sus actividades, que sea de ellos la
responsabilidad. A ellos les corresponde cuidar sus municipios.
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