dom. Mar 16th, 2025

        

        El PRI de siempre  

Por: Francisco J. Peña Medina

     El hombre moreno, de cuerpo  correoso, de sombrero blanco y piel curtida por el sol y el viento del campo. De pie,  en uno de los pasillos del auditorio Convex, me comentó en un murmullo,  sin conocerme

_. “¿Y usted se las cree?, es pura pinche farsa, es el PRI de siempre.”

   Después simplemente  dio la media vuelta y se encaminó visiblemente molesto hacia la salida del recinto. Nunca supo que había hablado con un periodista.

   Sus palabras  se perdieron en la euforia de cientos de priistas que  expectantes asistían al ritual de su partido, para conocer  la estrategia de selección de candidatos a gobernador, 51 alcaldes,  26 diputados locales y 12 federales que contenderán en los comicios del 7 de junio del 2015.

    Minutos antes, frente a la mesa de registro de delegados saludo al abogado Juvencio Carrizales, un soldado tricolor, priísta de hueso colorado que desde hace varias lunas espera disciplinado que el otrora partidazo lo postule por la alcaldía del municipio de Mier y Noriega, su tierra natal.

    Del lado derecho de su camisa, a la altura del pecho, Juvencio luce orgulloso una calcomanía con las siglas del PRI, que lo acreditaba como Consejero Político en Nuevo León.

_. “Antes me hablas”, le digo en son de broma al darme cuenta del distintivo.

_. “Anótate para que te peguen uno”,  me sugirió mientras  señalaba a un grupo de mujeres que con cara de aburrimiento esperaban la llegada de más militantes al conclave.

_. “Yo no soy consejero político”, le aclaré.

_. “No importa como quiera te lo ponen”, me animó mi amigo.

   El PRI de siempre pensé…

   Ya en pleno acto, arropado por las fuerzas vivas del partido, Alfonso Ayala Villarreal, priista de vieja cuña, declaraba el  quórum legal de la Sesión Extraordinaria con la asistencia del 92 por ciento de los consejeros políticos.

   En el ocho por ciento de  ausentes, estaba el líder del sindicato de burócratas  de Monterrey, Horacio Reyes Montemayor, quien envuelto en “el ojo del huracán” por las prebendas millonarias que recibe su familia del municipio,  quizás trató de evitar el escarnio y decidió marcharse.

_. “Ya no cabe nadie ahí adentro”, argumentó a los cinco minutos de haber llegado y se fue a comprar un refresco al Oxxo. Nunca regresó.

    El PRI de siempre…

    En pleno evento, la crema y nata de la política local ocupa los lugares del presídium.

    El presidente del PRI, Eduardo Bailey  habla al oído del  delegado nacional, senador Félix González Canto, al lado de ellos la figura petrificada del secretario general de gobierno, Álvaro Ibarra Hinojosa.  Ausente.

   Muy modositos los aspirantes a la gubernatura.  A la senadora Cristina Díaz le ganaba el sentimiento y aplaudía, con ojos de ternura, a su retoño Tomas Montoya, cuando fue presentado “en sociedad”, su homóloga Ivonne Álvarez servía de edecán a “Poncho” Ayala acomodándole el micrófono. Sin albur.

    A unas cuantas sillas el diputado federal, Héctor Gutiérrez de la Garza,  daba las buenas nuevas al joven diputado local y dirigente estatal de la CROC, Alberto Serna de León, de que su hermano Cesar estaba por ocupar una curul en el Congreso de la Unión.

    Mientras tanto en las butacas de enfrente ex gobernadores, ex dirigentes del partido, alcaldes, diputados y viejos lobos del PRI  veían con indiferencia la presencia del Secretario de Desarrollo Social, Federico Vargas, delfín del gobernador para la grande y para ellos, a sus años, un “niño en pañales” en eso de la política.

    Bajo ese escenario, en un discurso “incendiario” la dirigencia priista  abrió el pecho para defender de los ataques de la oposición al presidente Enrique Peña Nieto y al gobernador Rodrigo Medina inmersos, uno en la pesadilla de Ayotzinapa y el otro en la pesadumbre de la inmensa deuda pública que carga su gobierno.

    Hasta que por fin a las 19:25 de la tarde de aquel miércoles 19 de noviembre del 2015, salió “humo blanco” de los cuarteles del PRI y el fantasma del “dedazo” recorria de nuevo los rincones del auditorio.

    Así, en un ambiente frio, desangelado, de ovaciones huecas y aplausos endebles,  los consejeros aprobaron por unanimidad, que el candidato a gobernador fuera electo por asamblea de delegados; que en el 50 por ciento de las alcaldías y diputaciones, se aplicaria el mismo método; mientras que en el resto de las posiciones se haría por elección directa.

    Traducido al castellano significa que el poder central, vulgo dedo ungidor, tendría patente de corso en decir el “tú lo serás” al aspirante a la gubernatura y palomearia a la mitad de los alcaldes y diputados, dejando al gobernador Rodrigo Medina de la Cruz en la medianía de colocar a sus alfiles en puestos periféricos.

   Por lo pronto el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, en confabulación con el PRI nacional arrancaba la operación “Deshojando la Margarita” y sus manos tenebrosas empezaron a mover las piezas del ajedrez político en Nuevo León.

  Se hablaba entonces que tratarian de seducir a Cristina Díaz con un hueso difícil de rechazar en la Secretaría de Desarrollo Social, que todavía regenteabs la perredista Rosario Robles y que a Héctor Gutiérrez lo enviarían a disputar Monterrey, aunque el “Takechi” soñaba más alto.

    Así le despejarian el camino rumbo a la gubernatura a Ivonne Alvarez quien ya es de todos conocido, se convirtió en candidata de unidad  por obra y gracia de Rodrigo Medina con resultados catastróficos para el Revolucionario Institucional.

       El PRI de siempre…

   A más de cinco años de lo sucedido y plasmado en este relato, en pleno 2020, se vuelven asomar las viejas mañas de un partido que se resiste al cambio democrático de los nuevos tiempos y sigue menospreciado a sus bases militantes.

   Ahora, bajo el mando nacional de Alejandro “Alito” Moreno y Heriberto “El Mudo” Treviño, regresa la simulación en épocas pre electorales.

   El tan cantado proceso de selección de aspirantes en el que se abriría la participación a cuatro de sus mejores exponentes, quedó en una farsa y el dedazo encubierto se volvió a sentir.

    La alcaldesa Cristina Díaz Salazar del municipio de Guadalupe, y  el edil de Apodaca, César Garza Villarreal se sometieron al “dedo ungidor” y fueron a regar su parcela electoral en sus respectivos municipios salvando así su reelección. 

    Y el comodín o más bien comodíno, Ildefonso Guajardo Villarreal, carente de dignidad, se dejó seducir por el canto de las sirenas, con la promesa de obtener un supercargo el próximo gobierno estatal, en un hipotético triunfo priísta, lejos aún de concretarse.

   El resultado: la candidatura de unidad para Adrián de la Garza que lleva a cuestas la sombra del medinismo, una marca que por su desprestigio huele a derrota.

   Y como dijera el campesino aquel: el PRI de siempre.

pacoprensa20@gmail.com

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