Arnulfo Vigil
No cabe duda de que en aras de seguir medrando con la función pública, los políticos (los malos políticos) son capaces de cualquier cosa, por más espinosa que resultara ser. Y eso demuestra que cuando afirman que son servidores públicos de vocación, es una gran mentira, puesto que lo que pretenden es conservar las prebendas y los negocios bajo el agua que han hecho y que van a seguir haciendo.
Y por eso son capaces de todo. Es un grito de alarma que por el simple hecho de no ser nominados a algún puesto cambien de siglas, de partido y de dignidad. Recientemente están los casos de Felipe de Jesús Cantú, toda su vida panista, que le ha permitido disfrutar de la fortuna económica que posee. Dijo adiós y se suma a Morena o, más bien, a Clara Luz Flores en su búsqueda de la gubernatura.
No tarda el senador con licencia Víctor Flores en abandonar el barco, sino es que ya, pues estuvo mansito ante Clara Luz y Ricardo Monreal. Y no tardan muchos más. El colmo es Adalberto Madero, ex presidiario, que se forró de billetes con el PAN, luego viró al verde ecologista, y ahora pretende la candidatura a la alcaldía de Monterrey por Morena. Oh Dios.
Y la misma Clara Luz Flores es el ejemplo de la traición: todo lo que tiene lo ha hecho bajo las siglas del Partido Revolucionario Institucional. Ahora le dice adiós como si nada y se postula por el partido acérrimo enemigo del PRI: Morena. Semejante dislate no se puede creer.
Eso significa que cuando militaban en un partido determinado, no era por convicción sino por interés. No se sumaban a los principios rectores del partido, cualquiera que sea, sino estaban en la búsqueda de un puesto, un cargo con el cual lucrar. Por lo tanto tampoco era para servir a la sociedad, a la ciudadanía, como lo manifestaban engolados en sus discursos, amparados en una supuesta vocación de servicio. Vocación de servicio era cuando los diputados no cobraban y vivían de sus respectivos trabajos.
Lo más grave es su flexibilidad ideológica, sus conceptos líquidos, de lo que significa una verdadera militancia partidista, porque si bien se afirmaban y reafirmaban como panistas como priistas, ahora se afirman y refirman como seguidores de la cuarta te. Es imposible: no se puede cambiar de ideología como si se cambiara de calcetines. Entonces ni eran panistas ni eran priistas (o perredistas o lo que sea) y por lo tanto no van a ser morenistas.
Cinismo verdadero: si antes en sus anteriores partidos combatían a Andrés Manuel López Obrador, y lo maldecían y lo denigraban, no puede ser posible que ahora se sumen con él. Aunque por otra parte está bien: tanta capirotada dará al traste con los propósitos de Morena y de la Cuarta te.