Clara Villarreal
Nos estamos acercando a una de las temporadas más felices del año, pero es también una en la que es muy fácil caer en excesos.
Es muy fácil dejarnos llevar por la emoción, las fiestas, los regalos, la tentación de gastar sin pudor y comer como si no hubiera mañana. Sin embargo, sabemos que después de los festejos llega la cuota y en enero nos arrepentimos de lo comido y lo gastado. A nadie se le está limitando lo bueno de disfrutar de las festividades, pero hay que hacerlo con consciencia.
En estas fechas en la mayorıá de los trabajos la carga se aligera o al menos el ritmo se ralentiza, más no quiere decir que nos podamos reclinar en nuestra silla pensando “ya para qué me apuro si el año ya está por acabarse”. Quizá por el momento los dueños y jefes tengan la mira en el cierre de año, pero el 2022 está a la vuelta de pocas semanas y por tal motivo es mejor estar prevenidos. Lo recomendable es terminar todos los proyectos que vencen con el año y prepararnos para los más inminentes para que enero no nos sorprendan.
Viene Navidad con las posadas y la convivencia entre familiares y amigos y por ende es muy fácil perder el control con los gastos. Claro que es una delicia comprar regalos para nuestros seres queridos y, a decir verdad, el contexto es sumamente seductor: hay “ofertas” por todos lados, “todo el mundo está comprando”, y las promociones con la tarjeta de crédito parecen una oportunidad que no hay que dejar ir. Sin embargo, después de los gastos vendrá el estado de cuenta. Mejor no perder de vista nuestro presupuesto, los compromisos previamente adquiridos y no perder la cabeza, llevarnos por las emociones y gastar de más.
Todo indica que después de largos meses de confinamiento la vida social se acentúa de tal manera que es irresistible cenar dos y hasta tres veces por semana en diferentes restaurantes. O que con las bajas temperaturas que se avecinan, nos la vivamos “picando” todo el día , porque entre las galletitas de la mañana, los chocolatitos de media tarde, los brownies, quequitos, refrescos, atoles, tamales y demás… no vamos a tener fin… igual que el aumento en la báscula. Si ya sabemos que en este tiempo es muy fácil subir de peso, no hay por qué descuidarnos.
El orden, entendido como disciplina personal, nos ayuda a llevar una vida con límites, sanos, que nos dejan disfrutar sin perder la proporción. Es reflejo de fortaleza, de qué tanto somos capaces de aplazar nuestros deseos por mantenernos firmes en un objetivo. Nos permite trazar prioridades y con esto, tomar las decisiones con acierto a fin de lograr lo que queremos. Después de duros golpes hemos aprendido que lo más valioso que tenemos es la salud.
En esta temporada, encuentra tu propia disciplina, para disfrutar más y, sobre todo, sin arrepentimientos.
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