Óscar Tamez Rodríguez
Somos pobres y parió la abuela. El dicho popular correcto dice “éramos pocos, y parió la abuela”, se utiliza en el sentido de referir que algo anda mal y sucede algo que empeora las cosas, o que hay un desastre y sucede un imprevisto que vuelve catastróficas las cosas, en una palabra, significa que de mal que andamos el panorama empeora. Somos pobres y parió la abuela aplica porque según el Coneval en su reporte al 2020 el país es una nación de pobres y vulnerables por problemas económicos. Sólo el 23.5% de los mexicanos se ubica en el grupo poblacional de no pobre o no vulnerable por economía; el 76.5% restante se ubica en algún sitio de vulnerabilidad por motivos económicos. Hablar de carencias económicas es equiparable a pobreza, a falta de recursos para satisfacer las necesidades personales y familiares básicas con los ingresos que se obtienen. Según el Coneval, la pobreza creció entre el 2018 y el 2020; pasó de 41.9% a 43.9%, son dos puntos porcentuales que en número de personas representan 2,600,000 mexicanos más que salieron de una mejor condición socioeconómica a sumarse a la pobreza, agrupando a 57,070,000 personas. Algo similar sucede con la pobreza extrema, los paupérrimos. Entre el 18 y el 20 pasaron de 7.0% a 8.5% de mexicanos, siguiendo con el referente de 130,000,000 de habitantes en el país, hay 1,950,000 personas entre niños y adultos muriendo de hambre y desesperanza que se integran a esta situación inhumana para acumular 11,050,000 mexicanos en el abandono. A las dos categorías anteriores agregue los llamados vulnerables por carencias sociales y los vulnerables por ingresos, algo así como mexicanos que están pobres, pero no tanto, es decir, que no podrán educar a sus hijos, ofrecerles una vivienda digna ni un plan de salud apropiado, es decir, cultivos de futuros pobres en la mayoría de los casos. En estos dos grupos se ubican 32.6% de los habitantes del país, es decir, 42,380,000 mujeres, hombres y niños. En síntesis, hay 99,450,000 habitantes de los 130,000,000 del país que viven en algún rango de pobreza o vulnerabilidad.
Somos pobres y parió la abuela, en México han ingresado miles de haitianos, guatemaltecos, hondureños, panameños y otras tantas nacionalidades que vienen a incrementar las cifras de paupérrimos. En las calles de las ciudades del centro y norte del país se ven deambular inmigrantes acompañados por sus familias, cuadros desgarradores donde se palpa la miseria, la tristeza en las miradas por la desesperanza. Concretamente en Nuevo León tenemos municipios en pobreza extrema, siguen en ellos Los Herreras y Mier y Noriega, sitios a donde el olvido de los programas del gobierno estatal y federal se olvidaron de llegar. En Nuevo León la pobreza alcanza a una de cada dos personas. Entre pobres, pobres moderados (lo que esto signifique) y pobres extremos, tenemos a la mitad de los nuevoleoneses, al 48.6% para ser exactos. Si la pobreza no disminuye, la violencia y la delincuencia tampoco, por el contrario, los grupos criminales hoy tienen nuevas bolsas de trabajo para reclutar personas dispuestas a cobrar venganza contra quien sea, por sus sufrimientos y los suyos. ¿Qué es peor para los migrantes, morir por una bala en las filas de la delincuencia o de hambre y sed en los territorios divididos por el río Bravo? Pienso lo mismo que usted. Con la mitad de los nuevoleoneses en pobreza, muchos de ellos jóvenes de 12 a 35 y grupos de inmigrantes deambulando, todos con un común denominador, la vida marchita por la pobreza, lo único que se me ocurre es: Somos pobres y parió la abuela. estudiospoliticos.mx@gmail.com