Abel Moreno López
Poco ha cambiado el modus operandi de la sucesión presidencial tradicional por lo que se ve rumbo al 2024.
El procedimiento sigue siendo dirigido por el Presidente y no es otro que el juego del “Tapado” y aunque Andrés insista en que ya no hay tapados, se contradice claramente.
El concepto del tapado en materia sucesoria actualmente no es entendido, ya no solo por los observadores ni los cronistas, sino incluso por quienes directamente participan de manera más cercana en el proceso.
Si no hubiera “tapado” simplemente no habría corcholatas, ni se habría erigido él, en el único “destapador”.
Si bien el juego del tapado siempre tuvo algo de perverso, tal parece que operado por Andrés López añade cierto grado de denigración, porque de entrada convierte a los otrora “gallos” en simples “corcholatas”, “fichas” decían en otros tiempos.
En efecto, el tapadismo es un juego que deviene de una antigua costumbre que llegó a México con la colonia: las “Peleas de Gallos”, pues según se relata en viejas crónicas, los preparadores de gallos, fortalecen a ciegas su capacidad de la percepción de sus enemigos y depredadores, tapando la visión de sus contrarios. Es decir, que para mantener su agresividad no dejan que sus gallos se vean frecuentemente durante el entrenamiento, porque cuando los gallos se acostumbran a verse diariamente pierden la gran agresividad natural por la que son caracterizados al tiempo de pelear.
De este hábito de los galleros, surge la expresión “gallo tapado” e incluso en los viejos reglamentos decimonónicos, un primer tipo de peleas gallísticas es precisamente el de “tapados de peso libre o al descubrir”.
Si bien las peleas de gallos son para muchos un deporte tradicional, para muchos otros son actos de maltrato a los animales, para efectos de esta nota, son el origen del fenómeno político del “tapadismo” sucesorio cuyo origen según Andrés López inicia con Porfirio Díaz cuyo (gallo) “tapado” fue el tamaulipeco Manuel González.
Por eso no deja de parecer denigrante modificar el papel de gladiador por el de una simple ficha o corcholata, que como cosas no tienen atributos propios, salvo la celebérrima “Corcholata” que escenificó Carmen Salinas y que según se dice, así se le llamaba. porque “o estaba pegada a la botella o tirada en el piso”…
Desde luego hay otras acepciones para el concepto “tapado” (en una interpretación forzada podría tener como antónimo “obrador”), sin embargo la figura más generalmente aceptada es la que dibujó el también célebre regiomontano Abel Quezada…
Los destapes más sonados, aunque menos atractivos, fueron hechos por el “destapador” por excelencia que fue Fidel Velásquez. Destapes, esos sí atractivos, fueron los de las vedettes (Ay!) de los 70s y 80s, que poblaron por cierto la época del cine mexicano conocido por la películas de las “ficheras”.
En alguna época las tapas o chapas de refrescos, cervezas y otras botellas, eran metálicas y contenían un empaque de corcho, fueron las famosas corcholatas también conocidas como fichas por su uso en diverso tipo de juegos y otras actividades lúdicas y no.
Mientras que en los gallos, el tapadismo juega un papel estratégico para que los gallos no pierdan su valor y agresividad, en el juego sucesorio tradicional, mas que ocultar la identidad del gallo, se protege el momento decisorio en que el Presidente saliente ejerce el famoso “dedazo” y dice las “palabras mayores” a que se refería Spota, en tanto que para Andrés las corcholatas son simples fichas en el juego Solitario obradorista.
También puede decirse que hay algunos tapados o corcholatas que pueden resultar verdaderas “fichas lisas”, o “fichitas” y también algunos “fichados”, pero esa ya es otra historia… hasta la próxima…
Monterrey, Junio de 2022