Arnulfo Vigil
No es que con la retahíla de promesas lampreadas con palabras palabras palabras sin ton ni son que ni fu ni fa y menos aspersión concontingencia, o sea, la veleidad del verbo adornado a la hora de las elucubraciones ónticas, se arreglen los asuntos y se pinte de color de rosa el futuro inmediato. No.
Con las palabras adelantando un futuro mejor se olvidan los acontecimientos, por lo general dolorosos, del ayer inmediato. No es una estrategia política, es un asunto de honor. Un apotegma al parecer olvidado por los políticos, en particular los políticos que no son políticos, los de este sexenio. Sin sensibilidad. Sin experiencia. Sin el menor asomo de humanidad. De honor. Véase p. ej. El secretario de gobierno que ni entra ni sale sino todo lo contrario.
Y de manera coyuntural todo el personal de gobierno, menos los meros meros, claro, ha sido destinado a apoyar las medidas que se han constituido para solucionar la crisis de la falta de agua. Así, las dependencias se quedan sin personal porque anda en las calles aleccionado a la gente para ahorrar agua, evitar el desperdicio, no regar las matas, no lavar los coches y las banquetas. Y, si es posible, no bañarse.
Y quienes coordinan esas actividades, personas que laboran en alguna secretaría, se convierten en dictadores, petulantes y prepotentes. Como nunca han tenido un cargo más o menos, ahora que son coordinadores se creen la jefa de jefas. Como si eso fuera a ser la solución de soluciones. Si no se ha sembrado una cultura de cuidado del agua, a lo largo de los años, no se puede hacer de un día para otro.
En realidad eso es o debería ser una función de Agua y Drenaje, pero su director, Juan Ignacio Barragán, se la pasa declarando ocurrencias. Y se lanza un plan maestro del agua. Va a haber agua hasta el 2050. Válgame dios. Si no hay agua ahorita. Y no va a haber agua. La única solución, que no es política, es que llueva. Pero no llueve.
Y mientras tanto los problemas siguen latentes. El caso de la desaparición y asesinato de Debanhi Escobar, símbolo de la desaparición de mujeres, no se ha resuelto. Claro, le corresponde a la Fiscalía, peor el poder ejecutivo también tiene qué ver: su asunto es la seguridad. Y los crímenes se suceden cada día. No uno ni dos sino varios al día. Mayo fue el mes con más muertes. Es que los carteles se asesinan entre ellos. Sí, pero también ha habido muertes inocentes.
Y la contaminación. Los niveles de contaminación diarios son alarmantes. Causan muertes. Y el secretario del ramo, Alfonso Martínez Muñoz, se dedica a escribir y leer sobre contaminación, pero no ha emprendido un programa o plan o estrategia para abatir los altos índices de polución. Y al parecer está en contubernio con las pedreras, principales fuentes de contaminación y de consumo de agua, puesto que no ha tomado medidas estrictas para cerrarlas u obligarlas a usar equipos limpios.
Y la salud. Es bien conocido el número en aumento de contagios por Covid-19. Es grave, porque si sigue al alza el contagio, de nuevo los hospitales se llenarán. Y se incrementará el presupuesto destinado al caso. Y habrá muertes. Y cerrarán los negocios. Y la economía se postrará de hinojos.
Si la falta de agua es un problema sumamente grave, no lo es menos la falta de atención a problemas que siguen sin solución.