Ixtoc Hinojosa Gándara

Durante varios días reflexioné si escribir o no esta columna de opinión porque algunas veces se malinterpreta la opinión o participación de un hombre sobre un tema tan exclusivamente perteneciente al género femenino pero que es una realidad de la cual todas y todos debemos de estar conscientes. Al ser parte de una familia en la cual es parte fundamental mi madre y en la que crecimos mis dos hermanas y yo, además de ser padre de una jovencita ya adolescente, las cuales me han demostrado la importancia del respeto que se merecen todas y cada una de las mujeres en cualquier rango de edad, trabajo u ocupación, nivel académico o posición social.

Fuimos testigos a través de los medios de comunicación tradicionales o los medios alternativos en las nuevas tecnologías de información de los reclamos en las distintas marchas que se realizaron a lo largo y ancho de nuestro país. El común denominador de esos reclamos fue la violencia física en todos sus niveles, desde la violencia verbal hasta el feminicidio, pasando entre ellas la violencia psicológica, la violencia económica y el acoso sexual. Todas y todos los que brindamos algún servicio público tenemos la obligación de prestar atención a todos los reclamos que se hicieron oír en estas marchas de protesta y conmemoración.

La actitud que debemos tomar los hombres hacia estos reclamos es ser parte de la solución de ese gran problema, haciendo énfasis en la violencia que se hace presente dentro de la casa de cada uno de nosotros. Uno de los casos de los cuales he sido testigo indirecto y que más me llamo la atención fue la ruptura de una relación por la inseguridad de la parte masculina ante la relevancia e importancia que ha llegado a ocupar su contraparte femenina en el ámbito académico, laboral y económico, esto también es un tipo de violencia que se hace presente constantemente.

Nosotros los hombres debemos hacer énfasis en la práctica de las nuevas masculinidades y compartir esta experiencia con las nuevas generaciones para que hagan realidad una sociedad cada vez más equitativa e igualitaria.