Rodin
La juventud no es un tiempo de la vida, es un estado del espíritu. “Mateo Alemán”. El atrevido y avasallador conquistador, fue el primer europeo que tocó tierra en el norte de América y quien dio nombre a la península de la Florida en 1513. Como en un mágico cuento ancestral, Luis López Nieves, se sitúa en la villa de san juan bautista puerto rico de américa, y asegura en su crónica histórica, “la verdadera muerte de Juan Ponce de León” que fue un indio guerrero esclavo lleno de rencor y resentimiento nombrado Juanito, quien anhelaba la libertad, el que se propuso idear un plan que lo liberara de las podridas y pesadas cadenas que detenían su frágil cuerpo. Para ello Juanito, convence al conquistador, de navegar pasando la isla de cuba, y otras islas más. Para llegar a lo que después se llamaría de la florida, en honor a la festividad de la pascua donde estaba una fuente de la eterna juventud, para después venderle la idea que siendo más joven se bañaba en esa espiritual fuente infinidad de veces, por lo que desde esas fechas no envejecía. Al asegurarle que tenía 118 años, aunque aparentaba de 20. Una vez desembarcado los castellanos, fueron emboscados por los indios caluses. Quienes le dieron certero flechazo envenenado a la altura de la axila al gran Ponce de León, quien ya mortalmente herido, le suplico en la proa de la carabela a su indio Juanito que le vendiera su inmortalidad, a cambio de todas sus riquezas. El indio sin dudar, se acordó de todo el sufrimiento que sobrellevó su familia y él, al ser esclavos y en lugar de perdonarlo con ofertar alguna oración al creador para darle alguna posibilidad de inmortalidad. Le enterró todavía más la artera flecha, para así hacerlo desmayar y no despertar nunca más, falleciendo a los pocos días en la isla de cuba en 1521. Siendo enterrado en la catedral vieja de san juan puerto rico, en el interior de la memoria del indio vengativo, quedó la mentira y la traición de ese aborigen nacido en una isla a las orillas de san juan. Por lo pronto el legado que nos dejó Don Juan Ponce de León, al no encontrar la fuente de la eterna juventud y transcurridos los tiempos de esta vida terrenal, fue el que los hombres, buscaran otra forma de apariencia en su rostro y cuerpo. Así vemos tintes de pelo para cubrir las canas, injertos de pelo para cubrir la calvicie, liposucción para quitarse kilos de más, blefaroláser para eliminar las bolsas y las arrugas del contorno de los ojos, rellenos de ácido hialurónico para combatir las ojeras, toxina botulínica para tratar las arrugas del entrecejo y la frente, neolifting o lifting asistido para quitar la papada. Y otras fuentes artificiales más de juventud. Por lo que la reflexión habla por sí sola. ¡Mendigo Juanito para que lo matabas! Ahora nos sale más costoso los múltiples tratamientos varoniles. Comentarios a rodin2511@hotmail.com