Óscar Tamez Rodríguez
La política entró en ruta de confrontación sin freno ni sosiego, la polarización provocada desde Palacio Nacional aceptó el reto, quienes aspiran a la candidatura mayor por la oposición se asumen contestatarios del coordinador de campaña para las corcholatas.
La oposición entendió que el rival a vencer es el líder de la 4T y no los pre, pre, precandidatos en campaña abierta.
Los aspirantes de la oposición se disputan el sitio destinado a quien mejor ataque, conteste o confronte con el líder de Morena, la derrota para ellos es que ni siquiera los mencione en las mañaneras.
De la noche a la mañana, una señora quien se define como defensora de las culturas originarias adquiere notoriedad, es la estrella del momento. Todos hablan de los requisitos para ser parte de su equipo: no ser corrupto, no ser pende… y no ser güev… ¿Es necesario el lenguaje florido?, la respuesta es irrevocablemente sí.
Vivimos tiempos donde el lenguaje mediocre, folklórico y pueril se apodera de la política, no interesan las expresiones profundas, pensadas, con contenido; esas no impactan ni generan “rating”.
La polarización mantiene la política en dos bandos, los buenos y los malos, los liberales y los igualitarios, los primeros etiquetados por la 4T como conservadores y los segundos definidos como socialistas por los liberales.
Salvo algunas excepciones no hay liberales puros ni igualitarios auténticos, en ambos grupos predominan los moderados, individuos que ponderan las libertades y conciben la necesidad de un mejor equilibrio en el reparto de la riqueza.
Vivimos tiempos similares a los ocurridos entre 1821 y 1825 donde la polarización llevó al odio, a la tragedia, la muerte entre hermanos por diferencias políticas. Hoy de nuevo, como hace 200 años tenemos familias divididas por la politiquería de quienes arengan con injurias contra los diferentes.
Urge una tercera vía, esa en cuyo seno se incluyan los iguales y las diferencias no se impongan ante las semejanzas, urge una tercera vía en la cual se reconozca que los liberales tienen mucho por aportar y los igualitarios defienden una causa justa en el equilibrio económico.
México requiere una tercera vía en lo político, social, económico y en la gobernabilidad. Es imperativo que terminen las descalificaciones ante las diferencias y se concilien las semejanzas.
Es muy ameno el circo que brindan los lodazales que circulan en las redes sociales, pero eso no deja más que suciedad y porquería.
En 1825 los dos partidos políticos encontrados, escoceses (monarquistas) y yorkinos (republicanos) llevaron sus rencores al grado del rompimiento y desequilibrio, fueron los moderados de ambos bandos, los cuerdos, los sensibles, quienes antepusieron el bienestar del país al interés propio, ellos conformaron una tercera vía política, formaron el rito nacional mexicano; un tercer partido donde cabían los que rechazaban la confrontación.
La gran mayoría de los mexicanos no estamos con la 4T ni contra ella, queremos lo mejor de ambos partidos y para ello es urgente una tercera vía electoral que oferte la conciliación y no la confrontación.
México demanda de políticos con amor al país por sobre su lucrativo interés. Los liberales del PRIAN tienen razón cuando defienden las libertades, pero igual la tienen los de Morena que enarbolan la bandera de la justicia económica.
La solución está en una tercera vía formada por moderados, por ciudadanos, por los representantes de millones quienes queremos paz, progreso, acuerdos y desarrollo… ya no más circo y denostaciones.