Óscar Tamez Rodríguez
Entre 1920 y 1934 el poder político en México estuvo en el grupo Sonora, Álvaro Obregón reforma la Constitución para permitir la reelección luego de un período intermedio, el texto de 1917 impedía todo tipo de reelección pero como veremos hasta el día de hoy, los gobernantes en turno ejercen metapoderes para tener una Constitución a modo.
La mexicana es una Constitución escrita, surgida de movimientos sociales convulsos, rígida y derivada de otras constituciones, sin embargo, es tan maleable y dúctil como la quiera el presidente en turno, esto ha permitido las transformaciones político-electorales en los momentos de crisis y riesgo a estallidos sociales.
Las reformas constitucionales en materia político-electoral son válvulas de escape a la presión social de los grupos en diversos momentos de la historia, así a partir de 1934 los períodos presidenciales cambian de cuatro a seis años.
Es en la reforma electoral de 1943 se establece un período legislativo de tres años a diputados federales y seis años para senadores, éstos últimos a partir de la elección de 1946.
La democracia en México ha evolucionado, no es la misma que surgió del maderismo y se plasma en la Carta Magna, su ejercicio ha transitado y madurado a la par que la sociedad evoluciona y cambia.
Para los años 40´s la población inicia una transformación sin retorno, comienza el abandono al campo para migrar a las ciudades. Beneficiarse con la “justicia social” emanada de la revolución se logra con mayor facilidad en las zonas urbanas.
Alcanzar el sistema de salud, educación, empleo y vivienda entre otros, se obtienen en las ciudades, aunque eso deriva en otros fenómenos como el hacinamiento, adicciones y violencia.
Es entre los años 40´s y 50´s que las mujeres incrementan la planta laboral fuera del hogar y remunerada, abandonando los estereotipos tradicionales de la mujer ama de casa.
Estas transformaciones traen consigo que se reaviven las demandas político-electorales de las mujeres. Para la Constitución de 1917, Hermila Galindo solicitó se incluyeran a las mujeres con derecho a votar y ser votadas, su iniciativa es desechada, incluso contiende en 1917 por un cargo legislativo que si bien no gana, sirve de base a la legítima lucha por los derechos electorales de las mujeres.
La presión ejercida para alcanzar sus derechos llevó a que el presidente Lázaro Cárdenas enviara en 1937 la iniciativa correspondiente al Congreso, siendo aprobada por las cámaras de diputados y senadores, pero se queda en el tintero al no ser publicada por el presidente.
Será hasta la reforma constitucional de 1953 cuando adquieran la cualidad de ciudadanas con derecho a votar, es en la elección de 1954 el momento en el cual arriban las primeras mujeres a una curul federal.
La democracia en México cuenta para ese momento con el voto libre, directo y secreto de sus ciudadanos, ahora también es universal, hombres y mujeres por igual tienen derechos político-electorales.
Las mujeres arrancan milímetro a milímetro nuevos espacios en el sistema político mexicano, hasta llegar a lo que se vive en el siglo XXI, que si bien no es lo suficiente, también ha caído en extremos y manipulaciones.
A mitad del siglo XX, el país no tolera la democracia de mayorías, es urgente incluir a las minorías, darles voz en la máxima tribuna y con ello se transforma, transita hacia una democracia de representación proporcional, de inclusión a las minorías.
Urgía que la válvula de presión liberara fuerza y se legitimara el partido en el poder con voces divergentes en el poder legislativo.