Gerson Gómez
Se sentaron en las mesas especiales. Al amparo de quienes les inscribieron. Con ellas se completaron varias agendas. La de mujeres, la de jóvenes, la de la comunidad LGBT, la de indígenas y hasta las rurales.
Todas son falsas.
En el trayecto, desde adherentes, simpatizantes, miembros activos y carne de cañón, resultaron seleccionadas por sus atributos.
Apadrinadas, la seducción son los escaños plurinominales. Para eso se pintan solas. Segundo o tercer frente de batalla, sus amos, maestros, amantes y miembros distinguidos de los partidos políticos.
Ellas deben aguantar en silencio. Hacerles sentir los reyes. Muchas de ellas, las supervivientes, ya cobraron honorarios en las estructuras de los municipios, en el congreso del estado, en la nómina del congreso de la unión y hasta en el senado.
Despuntaron por sus capacidades amatorias. Aleccionadas a servir, sin contradicción alguna. Leales, descaradas, saludan a las esposas de sus detallitos íntimos. Todo queda en familia.
Las convenciones son las escapadas para dar rienda suelta. Sonríen sus trofeos. Así pasaron del PRI al PAN a Movimiento Ciudadano, incluso algunas se fueron a MORENA, a comenzar la talacha para los siguientes seis años de abundancia.
Nada de vacas flacas. Hace falta enviar al extranjero a sus pequeños. Para afinar el oído con el inglés y francés.
Las novias de los aprendices a dictadores no son exclusivas de un estado mexicano. La basura se compra a destajo. Ellas mismas buscan a los cirujanos para el siguiente remozamiento físico.
El 2024 está a tiro de pájaro. Y ya les dieron el voto de confianza, por su disciplina silenciosa, los servicios prestados a la nación.