De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Uno de los grandes problemas de la política nacional es que sus practicantes no saben perder y mucho menos reconocer la victoria del contrincante y asumir su derrota.
Lo vemos con mucha frecuencia entre correligionarios que con sus adversarios de otras ideologías. Se presenta de igual manera en la disputa de los cargos de elección más importante, lo mismo que en los más pequeños.
Entre unos y otros no hay diferencia, igual unos que otros, marcan su desilusión, descalificando al contrincante y no aceptando su realidad.
Sucede que a los participantes de la consulta interna del Frente Amplio por México se les leyó el contenido de los condicionantes para participar como prospectos para encabezar el ramo del que saldría el candidato presidencial del partido.
Se dejaron ir como hilos de media, creyendo que conseguir 150 mil firmas de ciudadanos en 17 distintos estados del país sería cosa fácil y parecía serlo y salieron siete de ellos que sobrevivieron al primer recorte con su acumulado de más de 150 mil firmas de electores que los apoyaban en su intentona.
Se les advirtió que esas 150 mil firmas no podían ser compartidas y debían tener la procedencia de 17 entidades del país, sin importar cuales fueran.
Pues resulta que tres de ellos alcanzaron esas cifras, pero no repartirlas en los 17 estados que se requería, por lo que no fueron validadas, reduciendo a cuatro el número de personas que si lo lograron.
Miguel Ángel Mancera, Silvano Aureoles y Francisco Javier García Cabeza de Vaca, quedaron marginados y reducidos al segundo corte, por lo que los dos primeros emitieron su protesta y la amenaza de que interpondrán recursos ante el Tribunal Electoral.
Los dos perredistas y el panista parecen no estar conscientes de que el reglamento les fue entregado y se comprometieron a respetarlo.
Y es que en la cabeza de estos ex gobernantes no parece caber la realidad, de que se trata de tres políticos que ni siquiera en su entidad salieron bien librados.
Coinciden en que les tocó ser atropellados por la 4T al término de sus períodos de gobierno.
Mancera dejó un tufo de corrupción, por lo que le fue sencillo a Claudia Sheinbaum ganar la elección. Silvano Aureoles en Michoacán dejó la administración en quiebra y hasta la fecha se le siguen procesos sobre eventuales irregularidades. Francisco Javier García tuvo una pesada administración en Tamaulipas, por lo que le fácil a Américo Villarreal ganar los comicios, nadie se explica para que participó García Cabeza de Vaca cuando ni siquiera puede tocar territorio nacional y vive en la frontera estadounidense.
Estos tres personajes y Jorge Luis Preciado otro que resultó decepcionado y hasta renunció al PAN, buscan, ante su fracaso, que el Frente Amplio por México los considera para una posición plurinominal en el Congreso de la Unión, sin importar si es senadores o diputados.
Por lo pronto, Xóchitl Gálvez, Beatriz Paredes, Santiago Creel y Enrique de la Madrid, son los finalistas y uno de ellos saldrá en el tercer corte, el 16 de agosto, para que los tres restantes sean votados en una contienda interna el próximo tres de septiembre y de ahí surgirá el candidato o candidata presidencial.
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Por más intentos que hace Marina del Pilar Ávila, gobernadora de Baja California, nadie le cree que todos los males del estado que intenta gobernar provienen de su antecesor, el senador Jaime Bonilla. La realidad es que Marina no gobierna y el que lo hace es su esposo, Carlos Torres, quien aprovecha todos los resquicios para promover a sus aliados panistas y concentrar todos los negocios posibles. Mientras tanto, Baja California recobró su fama de ser uno de los estados administrados por la delincuencia organizada en todas sus variedades.
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