sáb. Sep 7th, 2024

Gerson Gómez Salas

Lo siento Adam Smith con sus ideas de progreso social. También usted don Karl Marx. Las masas jamás se organizaron. Don Federico Engels ninguno de sus postulados se cumplió.

Ahora se trabaja más y rinde menos el dinero. Quienes nacieron en cuna de oro son del club de Davos. Alimentan la panacea de millones de seres humanos. Acumular bienes para aliviar la necesidad interminable.

Sociedad en la era del vacío. Comunidad líquida hasta para elegir con quienes compartirán la unión conyugal. Destrucción creativa donde los megalodontes destruyen las economías frágiles de los países en desarrollo.

En los Estados Unidos de América nada como el sindicato de maestros. Incluso los gobernadores, republicanos o demócratas, negocian con ellos. La mafia italiana creo el sindicato de obreros de la construcción. Con esa premisa cobraron piso a quienes trataban de detonar polos de crecimiento.

México, tan cerca del infierno y tan lejano del paraíso, como en muchos de los países de nuestro planeta, conoce la CTM, CROC, Sindicatos Independientes y hasta la Confederación Campesina.

El liderazgo de sus gestores, del brazo social del PRI, aún mueve a quienes por necesidad trabajan en la calle. Vendedores ambulantes, pedigüeños de esquina y hasta aprendices de maleantes.

Bendita revolución industrial. La invención de la máquina de vapor. Jornadas infames fuera de los libros de los teóricos de la polarización.

Produce, compra y vende. El empresario nacionalista, los esquiroles bajo la manga. Quienes imponen el yugo también son filántropos de la urgencia. En la calle el Partido del Trabajo, el musculo político, saldrá con Beto Anaya y sus agremiados. La hoz y el martillo.

Divina comedia y farsa dolorosa. Al final de la marcha, el lonche, el refresco y un plátano. Así va el mundo contra sí mismo.

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