vie. Jul 26th, 2024


Raúl Guajardo Cantú
Por alguna razón los debates se impusieron como necesarios en las campañas electorales, se pensaba que serían fundamentales en el transcurso de ellas y que darían luz a los electores acerca de lo que cada uno de los candidatos haría en caso de llegar al puesto buscado.
Sin embargo, cuando se definieron las reglas mediante las cuales se llevarían a cabo estos ejercicios, se impusieron una serie de reglas que hacen inviable un verdadero intercambio de ideas, opiniones o simplemente ataques y contraataques.
Quienes impulsaron la idea de los debates seguramente estaban pensando en aquellos que se realizan en el vecino país del norte en donde es casi como una pelea callejera o un combate de artes marciales mixtas, donde todo o casi todo vale, hasta, pongamos por caso, el intento de intimidación física utilizado por Trump en contra de Hillary Clinton en 2016.
No fue el caso, en México se pactan debates en los cuales, por poner un ejemplo absurdo, casi se reglamenta hasta el color de la ropa que pueden usar o no los participantes, lo cual hace imposible los intercambios de cualquier tipo.
Viene al tema lo anterior porque en San Pedro, el candidato a la alcaldía Mauricio Fernández abandonó el debate cuando se le negó el derecho de réplica debido a alusiones personales, ya que Lorenia Canavati lo acusó de pactar con la delincuencia organizada en una de las tres ocasiones en que fue alcalde de ese municipio, cuando se dice que se creó el llamado “grupo rudo”.
Mauricio intentó responder al ataque pero el moderador le señaló que las reglas lo impedían, por lo cual el candidato decidió retirarse del evento. Fue una muestra de lo que puede resultar cuando los debates están sobre regulados.
Ya se verá si hizo bien el panista en retirarse o no, si ello le afectará a la hora de las votaciones, pero lo que quedó claro es que el tipo de ejercicios que hoy presenciamos bajo el nombre de “debates” carece precisamente de ello: del debate que debería ser el núcleo de este tipo de ejercicios.
El caso de San Pedro es notorio hoy porque participa Mauricio y porque, siendo el puntero y por mucho en las encuestas, decide retirarse del evento al sentir que se le negaba un derecho de réplica que no estaba pactado en las reglas.
Por nuestra parte, consideramos que si queremos crecer como sociedad, quizá sea el momento para que los partidos políticos dejen de sobre proteger a sus candidatos y los dejen debatir abiertamente, sin esas camisas de fuerza en que se constituyen las reglas pactadas para tales eventos.
Quizá si los debates fuesen más libres, se traducirían en ejercicios más ríspidos pero más claros de lo que se puede esperar de cada uno de los candidatos.
Es cuestión de pensarlo.

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