Raúl Guajardo Cantú
Desde hace algunos meses corre la versión de que quienes mantienen la mayoría en el Congreso local buscan cómo cuadrar el círculo para destituir al gobernador del estado, Samuel García, y colocar en su lugar a otra persona, de preferencia, uno de los suyos.
Estos rumores se intensificaron después de que tanto el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación como la Suprema Corte de Justicia de la Nación, avalaron que Samuel fuera sancionado por su participación en los procesos electorales pasados y por no haber presentado el presupuesto de 2023 y 2024.
Tan es un secreto a voces, que ya la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, se pronunció al respecto el pasado domingo durante la gira que realizara por la entidad junto al presidente López Obrador.
Sheinbaum aseguró que no ve correcto que se destituya al gobernador por lo que aseguró que este debería terminar el periodo para el cual fue electo.
Independientemente de rumores, secretos y correcciones o incorrecciones políticas, la realidad es que, por el bien de Nuevo León tanto el gobernador como los diputados deberían de hacer un lado sus diferencias, negociar lo que tengan qué negociar y ponerse a trabajar en favor del estado. Si conforme a la ley procede la destitución, pues que proceda.
Por lo que respecta a Samuel García, es cierto que polarizó no solo a la población, sino que hizo del enfrentamiento con la oposición su forma de gobernar, cuando se ve acorralado en lugar de negociar, dobla su apuesta y huye hacia adelante. De ahí el encono con que a su vez reaccionan los partidos de oposición y la bola de nieve que se va generando y que amenaza con alcanzarlo en algún momento.
Por su parte, los miembros del PRI y el PAN que dominan el Congreso seguramente también pagarían un costo alto, en lo político, en caso de que lograran destituir al gobernador.
Por una parte, los grupos que componen a uno y otro partido se verían relegados al momento en que nombraran un gobernador sustituto, ya que de inmediato este se convertiría en el líder del partido al que pertenezca, con las consecuencias que ello tendría para los grupos internos de ese partido.
Pero, por otra parte, el partido del cual surgiera el sustituto perdería un potencial candidato para las elecciones de 2027, en tanto que el otro partido tendría que recibir algunas canonjías para apoyar al gobernador sustituto y seguramente no todo mundo quedaría satisfecho.
Por lo que respecta a la población, una fracción de esta estaría contenta con la destitución de Samuel debido a la forma en que ha enfrentado los retos que tiene. Sin embargo, seguramente habrá otra parte de la población que no vería con buenos ojos la destitución. Pero todos exigirían que los problemas que existen en el estado fueran resueltos en un periodo corto, con los consiguientes costos en caso de que ello no sucediera, como seguramente pasaría.
En cualquier caso, lo que deberían tener en cuenta los políticos de uno u otro bando es que el estado tiene una serie de problemas que no han sido subsanados durante varias administraciones, entre ellos la movilidad, la contaminación y la inseguridad.
Es tiempo de que todos entiendan que sus jefes somos los ciudadanos y que para nosotros deben trabajar, lo demás, las guerras facciosas son problemas suyos, a nosotros que nos respondan con hechos y políticas públicas que resuelvan las problemáticas que enfrentamos.