Charlas de taberna
Marcos H. Valerio
Para algunos, la pandemia por covid-19 fue un obstáculo, dejaron truncas muchas actividades. Sin embargo, para Marisela Márquez, de 67 años, fue el comienzo de un reto. Todo empezó al ver a sus nietos tomar sus clases por línea, por lo que se animó a continuar sus estudios que dejó pendientes desde 46 años.
Recuerda que, nunca dejó de ser parte de la comunidad universitaria, aunque por mucho tiempo su conexión con la UNAM fue un recuerdo, más que una realidad diaria. Sabía que había un pendiente, acabar la preparatoria.
Con nostalgia, recuerda que en 1974, con nerviosismo y esperanza, cruzó la puerta 5 de la Ciudad Deportiva Magdalena Mixhuca para presentar el examen de admisión a la Escuela Nacional Preparatoria número 9, Pedro de Alba. Conserva hasta hoy aquel cupón de entrada, un símbolo de su esfuerzo y de lo que estaba por venir.
Recuerda claramente cómo en esos tiempos, la llegada del cartero era un evento cargado de emociones. “Si te llegaba un sobre pequeño, significaba que habías sido aceptado; si era grande, era el rechazo y te devolvían tus documentos”, cuenta Marisela con una sonrisa.
El día que el cartero trajo su sobre, ella no estaba en casa. Fue su hermana quien lo recibió y abrió, descubriendo el pequeño sobre que confirmaba su entrada a la UNAM.
Marisela se sentía afortunada, lista para devorar el conocimiento que la UNAM le ofrecería. Hizo amistades que aún perduran, y esos primeros años fueron de los más felices de su vida.
Sin embargo, la preparatoria no fue un camino fácil. Las matemáticas, especialmente biología, álgebra y geometría analítica, comenzaron a convertirse en obstáculos insalvables.
“Nunca logré pasar geometría analítica, y en la prepa, las matemáticas son seriadas; si no pasas una, no puedes avanzar a la siguiente”, recuerda. Con el tiempo, los amigos avanzaron y ella quedó rezagada, hasta que la frustración la llevó a abandonar los estudios.
Con ese capítulo cerrado, Marisela se enfocó en el trabajo en el taller de su padre, donde aprendió a reparar chapas, cambiar vestiduras y pulir vidrios. A pesar de que ese oficio fue decayendo, encontró la satisfacción en la vida familiar. Se casó, tuvo tres hijos, y su rol principal se convirtió en el de madre y ama de casa. Sin embargo, la chispa por aprender y superarse nunca se apagó.
Marisela combinó durante años su vida laboral con las responsabilidades del hogar. Fue mensajera, trabajó en Xerox Mexicana y luego en el Instituto Electoral del Distrito Federal y en el INEGI. En todo ese tiempo, apoyó a sus hijos en sus estudios, descubriendo que aún tenía un deseo latente de aprender. “A veces, cuando me quedaba sola leyendo, pensaba: ‘a lo mejor yo también puedo’”, dice con nostalgia.
Ese pensamiento se convirtió en acción en 2020, durante la pandemia. Viendo a sus nietos estudiar en línea, Marisela decidió que era momento de concluir lo que había dejado pendiente. Contactó a la Prepa 9 para revalidar sus materias y comenzó a estudiar para los exámenes extraordinarios, con la ayuda de sus nietos, tutoriales y guías. Día tras día, se enfrentó a los retos académicos, siempre con la meta clara en mente.
Entre risas, Marisela cuenta cómo los compañeros jóvenes y hasta los profesores se sorprendían al verla presentarse a los exámenes. “Me veían y se les hacía raro, pero yo les decía: ‘¡No, compañero! También vengo a presentar el examen’”, comenta divertida.
Finalmente, después de aprobar 21 materias, Marisela logró completar todos los créditos necesarios. Hoy, está en proceso de obtener su pase reglamentado para estudiar una licenciatura en línea. Trabajo Social o Sociología son sus opciones, no con la intención de buscar un empleo, sino por la satisfacción personal de haber alcanzado un sueño.
Marisela quiere ser un ejemplo, especialmente para sus nietos, de que nunca es tarde para alcanzar lo que uno se propone. “Si mi experiencia puede motivar a los jóvenes, entonces que así sea”, concluye con orgullo.