sáb. Dic 14th, 2024


Charlas de taberna
Marcos H. Valerio

A la edad en la que la mayoría de los niños están inmersos en juegos y descubrimientos cotidianos, Ruy Javier Rafael encontró su primer contacto con un mundo que cambiaría su vida para siempre: el kickboxing. Apenas tenía ocho años cuando su padre lo llevó por primera vez a un gimnasio. Lo que comenzó como un pasatiempo, una manera de canalizar la energía infantil y aprender disciplina, rápidamente se transformó en una pasión que daría forma a su destino.

El joven Ruy no tardó en mostrar un talento innato para el deporte. Bajo la tutela de su sensei, Miguel Ángel, cada golpe, cada patada, y cada movimiento adquirieron una precisión y fuerza que destacaban entre sus compañeros. Lo que al principio fue un simple entretenimiento se convirtió en una competencia consigo mismo, una búsqueda constante por mejorar, por ser el mejor.

A lo largo de los años, Ruy Javier fue acumulando victorias en competencias locales y nacionales. Cada torneo era una oportunidad para demostrar su habilidad, pero también su crecimiento personal.

El deporte, para él, no solo era una actividad física, sino un camino de autoconocimiento y desarrollo. Su dedicación y esfuerzo lo llevaron a convertirse en Bicampeón Nacional de Kickboxing, un título que no solo le dio reconocimiento, sino también la oportunidad de representar a México en el próximo Mundial de Kickboxing en Budapest, Hungría, del 24 de agosto al 9 de septiembre.

A sus 17 años, cursando el tercer semestre en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Naucalpan, Ruy Javier se enfrenta a un reto que muchos solo podrían soñar: representar a su país en una competencia internacional.

“Es un orgullo poder representar a México y al CCH Naucalpan en una competencia muy importante”, comenta con una sonrisa que refleja tanto felicidad como determinación. Su mirada está fija en el primer lugar, pero más allá de los trofeos, Ruy busca demostrar que los sueños pueden alcanzarse con esfuerzo y dedicación.

El camino hacia el éxito de Ruy no ha sido fácil. El kickboxing le ha enseñado mucho más que a defenderse en el ring; le ha inculcado valores que lleva consigo en cada aspecto de su vida.

“Hay una mala percepción de los deportes de contacto. Muchas veces la sociedad se queda con la idea de que solo son golpes, pero te dan disciplina, responsabilidad y humildad. Son cosas que traspasan el ámbito deportivo y se van a lo personal”, reflexiona. Para él, el deporte ha sido una escuela de vida, una fuente de aprendizaje que lo ha moldeado como persona.

La rutina diaria de Ruy es un testimonio de su compromiso. Vive en Tultepec, Estado de México, un municipio a más de una hora de distancia del CCH Naucalpan.

Su día comienza a las 4:30 de la mañana, cuando se levanta para tomar el transporte que lo llevará a sus clases. Después de un día de estudios, regresa a su hogar solo para cambiarse e ir al gimnasio, donde entrena intensamente durante dos o tres horas.

Al final del día, aún le queda energía para completar sus tareas escolares. Es un ciclo agotador, pero uno que Ruy abraza con entusiasmo porque sabe que cada sacrificio lo acerca a sus metas.

Además del entrenamiento físico, Ruy ha aprendido la importancia de la preparación mental. “Es necesario calmar los nervios antes de un combate, salir con la mentalidad de darlo todo, no confiar en que hay rival pequeño y cuando las cosas no salgan en el combate, no decaer y seguir hasta el final”, explica. Para él, la fortaleza mental es tan crucial como la habilidad física, y es un aspecto que trabaja con tanta dedicación como su técnica en el ring.

El futuro de Ruy es tan prometedor como su presente. Aunque sueña con continuar su carrera en el kickboxing, también piensa en otras pasiones. “En un futuro quisiera ser odontólogo, porque mis padres lo son y ciertamente estoy algo familiarizado con el tema. Pero tampoco descarto estudiar psicología, la idea de analizar la mente es algo que me da curiosidad”, comparte. Ruy es un joven con los pies en la tierra, consciente de que la vida ofrece múltiples caminos y dispuesto a explorar cada uno de ellos.

Mientras se prepara para el Mundial en Budapest, Ruy Javier Rafael no solo se enfrenta a sus oponentes en el ring, sino también a sus propias limitaciones, desafiándose a sí mismo a ser mejor cada día.

Su historia es una de determinación, de sacrificio, y de una profunda convicción de que, con trabajo duro y pasión, los sueños pueden convertirse en realidad. Para él, el kickboxing es más que un deporte; es una forma de vida que lo ha guiado hacia el éxito, y que, sin duda, lo seguirá acompañando en su camino hacia un futuro lleno de posibilidades.

Al referirse a su entrenador Miguel Ángel, Ruy únicamente tiene palabras de agradecimiento. Si bien el CCH Naucalpan y sus padres han sido fundamentales apoyándolo, él reconoce que su profesor ha tenido una gran influencia y lo ha sabido guiar en este arduo camino.

“He convivido con él ya casi media vida. Entonces me ha dejado muchísimos aprendizajes y valores. Es una persona importante en mi vida porque a través del deporte ha influido positivamente en mí. Sobre todo me ha mantenido humilde, en el sentido de decirme que a pesar de los triunfos siempre hay algo que aprender y no sentirme superior a nadie”, señaló.

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