Eran las 9:50pm, en el cruce de Tapia y Zaragoza mientras cantaba que no soy esclava del temor porque soy hija de Dios.
Esperaba el camión y oía todo lo que sucedía en el oscuro negocio a mis espaldas.
Lo menos triste que escuché fue a un animador decir que aquel que mostrara el comprobante de inscripción de sus hijos recibiría gratis “un privado”.
Oré, rogué y supliqué por los que estaban dentro, por los que oía que se burlaban de todo.
Dolida saqué mi Biblia y la abrí al azar, mientras un anciano cruzaba la calle a lo lejos, sentí la necesidad de leer en voz alta y mientras lo hacía un escalofrío horroroso me recorría el cuerpo. Quise mirar hacia atrás porque una presencia me rodeaba pero no había nadie a quien mirar.
Y entonces leí y lloré.
Creo que lo mas triste para un creyente es cuando Dios dice no.
Tú, pues, no ores por este pueblo, ni levantes por ellos clamor ni oración, ni me ruegues; porque no te oiré. ¿No ves lo que estos hacen en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén? Jeremías 7:16-17
¿Es el anhelo de Dios destruirlos? No, pero si ellos no quieren ser salvos, no puede evitarlo.
En su afán de vivir su libre albedrío obran su propia confusión, y se encenderán y no se apagarán.
Dios quiere librarlos de todo eso y salvarlos, si tan solo se arrepienten de sus caminos.
Amigo mío, hermano mío, escucha el mensaje de salvación y acéptalo. Dios quiere hacer contigo gran misericordia, pero es solo si tú lo dejas.
El infierno no fue creado para ti, no ignores este mensaje, clama a Dios con todo tu corazón y Él va a rescatarte!
¿Cree esto? Hable con Dios, lea la Biblia y descúbralo. Solo la Verdad nos hará verdaderamente libres.
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