sáb. Oct 5th, 2024

Por Gerardo Guerrero

El debate sobre las políticas económicas en México ha estado marcado por dos enfoques contrastantes: el neoliberalismo, implementado durante los años 90 bajo presidentes como Carlos Salinas de Gortari, y el modelo de austeridad y redistribución impulsado por el actual presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Ambos paradigmas han dejado profundas huellas en el país, pero la pregunta sigue siendo: ¿cuál es el más adecuado para México en el largo plazo?

El Neoliberalismo: Crecimiento con desigualdad

Durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, México adoptó un ambicioso proyecto de reformas neoliberales. La apertura al capital extranjero y la privatización de empresas estatales fueron piezas clave de su estrategia, cuyo objetivo era atraer inversión internacional y modernizar la infraestructura del país. La firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994 consolidó a México como un actor global, beneficiando principalmente a industrias como la automotriz y la maquiladora.

El crecimiento económico durante esta etapa fue notable, y sectores como la energía, telecomunicaciones y transporte fueron modernizados. Las inversiones extranjeras, así como la construcción de redes de carreteras y ferrocarriles, mejoraron la competitividad del país en el mercado global. Sin embargo, estos logros no estuvieron acompañados de una redistribución equitativa de la riqueza. La privatización de sectores clave favoreció a las élites económicas, concentrando la riqueza en unos pocos y dejando fuera a la mayoría de la población, especialmente a las clases trabajadoras y rurales.

Aunque el modelo neoliberal permitió a México integrarse en la economía global, también agudizó las desigualdades sociales y económicas, profundizando la concentración del poder económico en manos de unos cuantos.

Austeridad y programas sociales: Un camino incierto

En contraposición, AMLO ha propuesto un modelo basado en la austeridad y la redistribución de la riqueza, cuyo objetivo es reducir las desigualdades. Este modelo ha priorizado programas sociales destinados a los sectores más vulnerables, tales como becas para jóvenes, pensiones para adultos mayores y subsidios directos a familias en pobreza extrema. Sin embargo, los resultados han sido mixtos.

La política de austeridad, aunque dirigida a reducir los gastos del gobierno, ha debilitado áreas clave como la salud y la educación. Los recortes presupuestales han provocado la falta de medicamentos y equipo en hospitales públicos, mientras que en el sector educativo, la reducción de fondos ha impactado la calidad de la enseñanza y el acceso a infraestructura adecuada. En lugar de mejorar la situación de los sectores más pobres, la austeridad ha limitado las capacidades del Estado para proporcionar servicios públicos de calidad.

En términos de crecimiento económico, México ha enfrentado desafíos significativos. El Producto Interno Bruto (PIB) ha crecido de manera lenta, en algunos periodos apenas alcanzando el 0.2%, y la deuda pública ha incrementado hasta el 48.8% del PIB. La falta de inversión extranjera y la incertidumbre económica han limitado la creación de empleos y frenado el desarrollo. A pesar de los esfuerzos redistributivos, la pobreza extrema ha aumentado, y los programas sociales no han logrado revertir esta tendencia de manera sostenible.

Comparación de modelos: Fortalezas y debilidades

El neoliberalismo de Salinas de Gortari, aunque impulsó el crecimiento económico y modernizó sectores estratégicos, lo hizo a costa de una creciente desigualdad social. La integración de México en la economía global generó beneficios económicos significativos, pero esos beneficios fueron distribuidos de manera desigual, beneficiando mayormente a las élites y marginando a los sectores más pobres.

Por otro lado, la austeridad y redistribución de AMLO han buscado corregir estas desigualdades, pero sin un crecimiento económico sostenido, las políticas redistributivas han sido insuficientes para abordar los problemas estructurales de la economía mexicana. El bajo crecimiento y la falta de inversión han afectado la capacidad del país para generar empleo y mejorar las condiciones de vida de la población a largo plazo.

Reflexión final: Hacia un nuevo equilibrio

El reto para México no es elegir entre neoliberalismo y austeridad redistributiva, sino encontrar un modelo económico que combine lo mejor de ambos enfoques. Los logros del neoliberalismo en términos de crecimiento económico y modernización, como la apertura al comercio internacional y las inversiones en infraestructura, no pueden ser ignorados. Sin embargo, es necesario que estos avances se acompañen de políticas que garanticen una redistribución más equitativa de la riqueza y que no marginen a los sectores más vulnerables.

El modelo de AMLO ha intentado corregir las desigualdades mediante programas sociales, pero su enfoque en la austeridad ha limitado la capacidad del Estado para ofrecer servicios públicos de calidad y promover el crecimiento económico. Para construir un futuro más justo y próspero, México debe encontrar un equilibrio entre crecimiento e inclusión social.

Un elemento clave para lograr este equilibrio es la creación de un marco legal que asegure la responsabilidad de los gobernantes. El cambio real solo puede surgir si existe un grupo con conocimiento y asesoría legal que redacte una declaración clara de los derechos humanos en México y una versión actualizada y correcta de la Constitución. Ninguna sociedad equitativa puede existir sin un contrato legal que garantice que los políticos, hasta ahora poco interesados en el bienestar común, sean obligados a rendir cuentas. En un país que actualmente carece de un verdadero estado de derecho, esta iniciativa es más urgente que nunca.

México necesita políticas que no solo atraigan inversión y modernicen su economía, sino que también aseguren que los beneficios lleguen a toda la población. Esto implica desarrollar una estrategia que fomente tanto el crecimiento económico como la justicia social. Un enfoque más integral permitiría que México aprenda de los errores del pasado y evite tanto los excesos del neoliberalismo como las limitaciones de la austeridad.

Preguntas clave para el futuro de México

1. ¿Es posible que las políticas de austeridad y redistribución, a pesar de sus intenciones, perpetúen una estructura de dependencia que impida el verdadero desarrollo económico en México?

2. ¿Hasta qué punto el crecimiento económico se puede considerar legítimo si se logra a expensas de la justicia social y el bienestar de la mayoría de la población?

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