sáb. Oct 5th, 2024

Por Gerardo Guerrero

Desde su llegada a la presidencia en 2018, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y su partido, Morena, han sabido capitalizar el descontento social y la incertidumbre colectiva para consolidar su poder político en México. La narrativa del miedo, la polarización, y la desconfianza hacia las instituciones han sido claves en la estrategia que llevó a Morena a la victoria y que sigue siendo fundamental para su permanencia en el poder.

El ascenso al poder: Estrategias basadas en el miedo

Durante la campaña presidencial de 2018, AMLO supo explotar un contexto de crisis institucional, violencia y corrupción para presentarse como la única opción viable para la transformación de México. Su discurso antiimperialista, anti-neoliberal y en contra de la mafia del poder resonó en un electorado cansado de gobiernos que no lograban resolver problemas estructurales. La promesa de un cambio radical fue el eje de su campaña, con énfasis en la corrupción y la violencia como los males que más afectaban al país.

Morena y AMLO utilizaron hábilmente la desconfianza popular hacia las instituciones, polarizando la opinión pública y generando una narrativa de “ellos” contra “nosotros”. Esta división facilitó la creación de un enemigo común: la élite corrupta, los medios de comunicación críticos y la oposición. De esta manera, la psicosis colectiva que surgió de años de corrupción y violencia fue canalizada por AMLO para legitimarse como el salvador del país.

Explotación continua durante el sexenio

Una vez en el poder, AMLO continuó utilizando la psicosis colectiva para justificar decisiones controvertidas y consolidar su dominio político. La falta de soluciones eficaces a problemas como la inseguridad y la pobreza fue compensada con una retórica divisiva, en la que cualquier crítica era tachada de ser parte de un complot en su contra. Esta narrativa le permitió deslegitimar a la oposición, los medios y hasta instituciones clave, como el Instituto Nacional Electoral (INE), que en repetidas ocasiones fue señalado por el presidente como un ente corrupto que impedía el verdadero cambio.

AMLO intentó impulsar una reforma electoral radical que, entre otras cosas, proponía reducir el tamaño y la independencia del INE, algo que fue visto como un intento de Morena de controlar el organismo encargado de regular las elecciones. Si bien la reforma constitucional no pasó en 2022 por falta de apoyo en el Congreso, se implementaron cambios menores mediante el “Plan B”, aunque muchos de estos fueron bloqueados por la Suprema Corte en 2023 por considerarse inconstitucionales.

La reforma al poder judicial

En septiembre de 2024, el Senado de la República aprobó una de las reformas más polémicas del sexenio: la reforma al Poder Judicial. Con el respaldo de Morena y sus aliados, esta reforma propone cambios estructurales que limitan la independencia de jueces y magistrados, transfiriendo mayores facultades a la presidencia y al Congreso para la designación de altos funcionarios judiciales. La reforma ha sido criticada por opositores y expertos en derecho, quienes señalan que podría comprometer la separación de poderes y la autonomía judicial en México. A pesar de estas críticas, Morena defendió la reforma argumentando que busca erradicar la corrupción y mejorar el acceso a la justicia, aunque para muchos analistas, representa un esfuerzo más para consolidar el control político de Morena sobre las instituciones.

La reforma al Poder Judicial ha sido vista como un intento más de AMLO por desarticular la estructura tradicional de poder en México, reduciendo el papel de contrapeso que las instituciones judiciales han jugado históricamente. Además, este cambio ocurre en un momento clave, justo antes de que AMLO deje la presidencia, lo que sugiere que Morena busca blindar su control a largo plazo en el país.

Claudia Sheinbaum: La continuidad del legado

El nombramiento de Claudia Sheinbaum como presidenta electa de México para asumir el cargo el 1 de octubre de 2024 ha sido visto como una continuación del legado político de AMLO. Como una de las figuras más cercanas al presidente, Sheinbaum ha mostrado una inclinación por mantener la misma narrativa populista y de polarización que caracterizó el gobierno de AMLO.

Bajo su mandato, se espera que la narrativa del “cambio” continúe siendo central, con énfasis en la lucha contra la corrupción y la inseguridad. Sin embargo, la gestión de Sheinbaum podría depender más del control emocional de la sociedad que de soluciones efectivas. La polarización entre sus seguidores y la oposición continuará siendo una herramienta crucial para mantener el apoyo popular. En este sentido, Sheinbaum podría recurrir a la misma estrategia de “ellos contra nosotros” que ha sido tan efectiva para Morena, en un intento de canalizar el descontento social y consolidar su mandato.

Es de prever que, durante su administración, los ataques a las instituciones autónomas, como el INE persistan. Morena ya ha planteado reformas que podrían interpretarse como intentos de consolidar el control sobre los distintos poderes del Estado, bajo la justificación de una lucha contra la corrupción que, en muchos casos, ha sido usada para desacreditar a opositores políticos.

Conclusión

La psicosis colectiva ha sido una herramienta política fundamental para AMLO y Morena, permitiéndoles llegar al poder y mantenerlo a lo largo del sexenio. La creación de un enemigo común, el uso del miedo y la polarización han sido pilares de una estrategia que no solo se ha usado para consolidar su base electoral, sino para debilitar la crítica y la oposición. Con la llegada de Claudia Sheinbaum a la presidencia, se espera que estas tácticas persistan, y la narrativa del miedo y la desconfianza continúe siendo parte central del discurso político en México.

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